Agostados están deviniendo nuestros campos al llegar estas fechas por la
acción del insistente calor agosteño de días atrás y de la habitual recolección
agrícola. Y, a la par, como queriendo
despedir la temporada y llevarse los últimos calores del estío mesetario lejos,
muy lejos, estos últimos días de agosto ha vuelto a repetirse por estos lares
la escena por enésima vez, un acontecimiento fiel a una tradición no escrita
pero sí repetida matemáticamente cada temporada y con un guión casi parejo año
tras año.
Y es que el suceso circunstancial no fue otro que la llegada por aquí, de
un día para otro, de una racha de temperaturas frescas y refrescas en exceso,
desplomándose como consecuencia los termómetros varios grados hacia abajo,
hasta límites demasiado fríos en torno a los amaneceres, pero también en los
atardeceres, cuando el personal andaba un tanto despreocupado en plena calle,
inmerso en una serie de tranquilos paseos de tarde calle arriba y calle abajo.
Y claro, como la calle decía a voz en grito, día sí y día también…,
¡hombre!, qué casualidad que este significativo bajón de la temperatura
ambiente haya coincidido de nuevo –este año también-, justo cuando los
palentinos frecuentamos en mayor número las calles de la ciudad con motivo de
los actos de nuestra celebración festiva por excelencia que, incluso ni
adelantándola varios días, nos pudimos librar de esos malévolos efectos
climáticos.
Así que, de pronto, tomas tu móvil y trasteando por aquí y por allá llegas
hasta los registros donde se guardan las fotografías y vídeos tomados con tal
adminículo durante las todavía no demasiado lejanas jornadas del estío caluroso
y luminoso. Y situándote frente a
algunas de esas instantáneas, no puedes por menos que añorar su tiempo, aquel
en el que fueron capturadas; donde todo hablaba de lentitud manifiesta de los
días, de época de vacaciones, de playa de arena fina, de trozo de montaña
conquistado, de paisaje singular, de excursiones sugerentes y novedosas, de días
de buen tiempo a lo largo de todas sus horas, de paseos tranquilos y
relajantes, de horas de descanso, de…
Y en esas andábamos, cuando de pronto, el sol
volvió a brillar con inusitada fuerza, los aires de allende nuestros límites
territoriales se pararon y las temperaturas de agradable sentir
volvieron a insertarse en nuestro panorama próximo, haciéndole mucho más grato.Conque
a su merced nos quedamos por aquí, cara a los nuevos días.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino", el 18/09/2013)
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