miércoles, 27 de abril de 2016

HISTORIA TRISTE JUNTO AL RÍO




Tenía incluso nombre... A pesar de no ser de nuestra especie y ser sólo un cisne blanco, aunque de bonita y gallarda presencia, eso sí, tenía nombre...

Las buenas gentes de Palencia y los más asiduos seguidores de sus evoluciones a diario sobre las aguas del Carrión en los entornos del Puente Mayor de la capital, lo habían bautizado como “Curro”.

Y así, en los últimos días, los paseantes habituales de los entornos del río habían dado la voz de alarma; haciendo cábalas y comentando entre ellos: hace días que parece que Curro no se quiere dejar ver; ayer Curro no apareció sobre la aguas del Carrión, hoy a Curro se le ve triste, no eleva su cuello en esa pose de elegancia que tanta admiración causa a los más pequeños; parece que hoy Curro no quiere comer…

Y en esas estábamos, cuando nos llegó la noticia de que Curro había sido rescatado de las aguas del río con la ayuda de los bomberos, para llevarlo a una clínica veterinaria y tratar de encontrar el mal que le aquejaba.  Pero todos los cuidados fueron inútiles, porque nos diría adiós justo cuando se le estaba tratando de su enfermedad.

Así que su pareja hembra se quedó sola sobre las aguas del Carrión. Pero, además, con una misión añadida a la de subsistir día a día, porque debía encargarse también de sacar adelante a su futura prole, teniendo que incubar nada más y nada menos que ocho huevos que habían concebido juntos.  Cosa harto difícil porque, además, debería abandonar el nido en momentos para procurarse comida que ya no podría surtirle su compañero fallecido.

Y de nuevo las buenas gentes palentinas entraron en juego y comenzaron a suministrarle ellos esa comida, para que no tuviese que abandonar el nido en su busca.
 
Pero nadie contó con un elemento atmosférico sobrevenido, cual fue la lluvia que cayó con abundante intensidad en nuestra capital y provincia durante las pasadas fechas.  Lo que hizo que el río recogiese una gran cantidad de agua y se desbordase por sus márgenes, anegando por completo el nido de nuestra amiga, la mamá cisne. Que ya no pudo seguir incubando los huevos y llevar a término el nacimiento de estos ocho patitos, que ya nunca romperán el cascarón pidiendo salir al exterior para ver el mundo.  Un mundo, donde el agua, las hierbas y los juncos del río, junto a su madre y sus demás hermanos hubieran sido el día a día de cada uno de esos ocho patitos; y las buenas gentes de Palencia, encantadas estarían de ver sus evoluciones.
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 27/04/2016)
 

miércoles, 20 de abril de 2016

DE LA MEJOR MASA



Ya lo dijo la santa de Ávila, Santa Teresa de Jesús, hace ya sus buenos años en uno de los diversos viajes que realizara por estas tierras mesetarias y, en concreto, cuando le cupo el privilegio de recalar en Palencia, de la que dijo que: “los palentinos, son gentes de la mejor masa que yo nunca viera”.

Bien, pues esta nobleza y esta forma de ser de los palentinos parece que, a pesar del tiempo transcurrido desde entonces, se ha ido transmitiendo de generación en generación y se ha conservado en la esencia y el sentir de estas gentes, y así se demuestra aún hoy en día en múltiples momentos y circunstancias.

La última de estas situaciones de la que cabría predicarse lo anterior, pudiéramos relacionarla con la noticia de estos últimos días que tan positivamente nos ha impactado.  Y que nos habla de que dos palentinos, por separado y en fechas diferentes, paseando un día por la calle se encontraron en plena vía pública sendas carteras, conteniendo documentos y dinero en metálico, una de ellas con 1.300 euros y la otra con 300. 

Hasta aquí la noticia, escueta e informativa en esencia; nada resaltable por otra parte.  Pero sí la continuación de la misma.  Porque la generosidad de estos dos ciudadanos les llevaría a entregar las carteras íntegras, tal y como las habían hallado minutos antes, en el cuartel de la Policía Local para que se las hiciesen seguir a sus respectivos dueños.

Lo que dice mucho, en el aspecto positivo, de estos dos vecinos de la capital que obraron de esta extraordinaria guisa.

Un proceder que bien pudiera poder predicarse también de otros muchos aspectos de las personas en general, en su actuación diaria en cualesquiera de los planes de que traten su estar y pasar por la vida.

Acciones tan ejemplarizantes como las de estos dos ciudadanos palentinos que, a buen seguro, pueden crear “cátedra”, son las que faltaría tener a diario para poder sumar valores en nuestra sociedad; tan apegada a veces a lo material, que no le permite ver más allá de sus intereses personales. 
 
Como palentinos que somos, debemos congratularnos por la acción de estos dos convecinos nuestros que supieron ponerse en el lugar de los “otros” –de los ciudadanos que extraviaron sus carteras-, y estuvieron prestos a devolverles las mismas tal y como las encontraron, pensando en la alegría que les supondría el poder recuperarlas en su integridad; sin pensar en posibles agradecimientos por sus extraordinarias acciones.
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 20/04/2016)
 
 
 

miércoles, 13 de abril de 2016

LA FIESTA DEL "CRISTO"




Es así de popular este barrio palentino, que todos en Palencia sabemos en seguida de qué nos están hablando, cuando alguien nos dice que va a la “fiesta del Cristo”.

Porque quién más quién menos habrá acudido, al menos una vez, a esta fiesta -en los últimos años declarada “fiesta de interés turístico regional”-, cuando no llevará contabilizadas en su haber un buen número de ellas; o puede que, una a una, no se haya perdido ninguna de las convocadas desde que es consciente de ello.

Cuando chavales, la pandilla de amigos esperábamos con verdaderas ganas su llegada, por todo lo que de novedoso tenía para nosotros, por cuanto nos sacaba un poco de la rutina de unos puntos casi fijos de la ciudad: la Calle Mayor y el parque del Salón, y porque nos proporcionaba una cierta libertad al movernos en un ambiente diferente, y poder explorar a nuestras anchas una realidad un tanto diferente a la habitual, como suponía esta romería.

Por eso, el domingo de la “pedrea” salíamos de casa más pronto de lo habitual y, con paso decidido, nos encaminábamos en dirección al Cristo para, una vez subidos a lo más alto del cerro y habiendo explorado todos sus entornos, dirigirnos hasta las cercanas cuevas de “San Juanillo”, como era tradición secular.

Pero sin despistarnos ni un ápice, eso sí, para poder regresar a tiempo de estar presentes en el lugar más adecuado, junto a la ermita del santo, en el momento sublime de la “pedrea” del pan y el quesillo. Momentos estos de la “pedrea” que vivíamos con singular entusiasmo a la espera de poder “cazar” al vuelo alguna de las cientos de bolsas –luego, andando el tiempo, serían miles-, que se lanzaban a la concurrencia. Y alguna sí lográbamos asir con nuestras manos cada año, aunque en ocasiones fuese de rebote o por casualidad.

Y antes de descender hasta las praderas a pie de calle para continuar con la fiesta, encontrábamos también el tiempo justo para poder extasiarnos durante muchos minutos con la contemplación de la ciudad y sus alrededores desde una posición tan privilegiada.  Tratando de inmortalizar la ocasión con aquella foto de grupo que mejor nos encuadrase a todos nosotros y a la ciudad de fondo en toda su amplitud mesetaria.
 
Y para seguir con la tradición, este domingo, habida cuenta de la convocatoria, al Cristo habré de subir; y en compañía de cientos de palentinos más,  a buen seguro.
  (Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 13/04/2016)
 
 

miércoles, 6 de abril de 2016

EFECTIVIDAD PRÁCTICA




Bueno, pues a lo que se ve –y a fe que se advierte con bastante indisimulada percepción-, con los primeros “arreones”, muy tímidos aún, bien es cierto, del sol esclarecedor e iluminador de estos primeros días de la primavera –aunque de momento a ratos solamente-, al personal que vemos a diario a nuestro alrededor, en nuestro paseo matutino o tal vez vespertino por nuestra Calle Mayor por ejemplo, le ha entrado de pronto una energía desconocida hasta ahora –o que más bien  se encontraba oculta por los fríos del invierno-, y andan por aquí y por allá con insistencia dando los primeros pasos para irse poniendo a tono cara a los próximos meses.

Así que la calle se muestra un día sí y otro también como un verdadero hervidero de actividad, aprovechando los primeros rayos de sol que traen consigo una cierta contundencia en su acción casi casi beatífica.  Eso sí, de momento un tanto tímidamente, hasta que el panorama primaveral se asiente y nos proporcione unos estupendos días cargados de sol que nos permitan gozar de cada una de las horas de luz.

Que, tras estos largos meses de invierno que, con toda la alegría del mundo puesta de manifiesto de formas mil, acabamos de dejar atrás, ya casi nos habíamos olvidado de lo que teníamos alrededor nuestro: los jardines, los parques, las alamedas, las arboledas, las riberas del río, el campo, la montaña, el monte tan cercano…; pues la poca luminosidad del día computada en horas y las temperaturas extremadamente bajas, no invitaban precisamente a su contemplación.

Y que ahora, tras el vuelco a favor experimentado en las anteriores condiciones temporo-ambientales, volveremos a recuperar con nuestro acercamiento a los mismos en interminables y concurridos paseos y excursiones.

Pero claro, percibiéndose a la par una transformación igualmente espectacular en el aspecto y apariencia de las personas –el que pudiéramos llamar nuevo “look” personal-, por aquello del obligado cambio en los vestidos y ropas en general, para adecuarlos al nuevo tiempo, que nos demanda una mayor ligereza en los mismos.
 
A lo que se unirá en muchos casos un tiempo extra para dedicarlo al cuidado de la imagen personal, en ese conjunto individual de características que trasladamos al exterior acorde con nuestra personalidad concreta.
 
Agradables y renovados días, pues, serán estos que nos esperan, aprovechando que la primavera ha decidido darse una vuelta por nuestro entorno.
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 06/04/2016)