jueves, 17 de abril de 2014

TRAS EL "DOMINGO DE RAMOS"


Hoy miércoles santo, cuando en breves horas se va a producir la gran escapada “urbi et orbi”, esto es, la partida “a todo gas” de la segunda oleada de quienes han decidido pasar estos próximos días fuera de casa; en otro orden de cosas habida cuenta de las fechas que corren, habría que decir también que estamos ya en lo que pudiéramos llamar el ecuador mismo de las celebraciones religiosas de esta Semana Santa que, por lo que a nosotros nos toca, goza ya para nuestros anales de la Historia del privilegio de contar con la declaración de Interés Turístico Internacional. 

Aunque en este sentido, bien es cierto también que los días verdaderamente fuertes y solemnes de la misma, por aquello de su mayor poder de convocatoria y consiguiente respuesta popular, estén aún por llegar cargados de solemnidad y pasión en cada una de sus horas, pues estamos hablando del Jueves, del Viernes y del Sábado Santo, amén del Domingo de Resurrección, fechas centrales en el orden de los acontecimientos religiosos.

Y es en este continuado conjunto de representaciones, actos y tradiciones religiosas cuando uno aprecia que, desde que las cornetas y los tambores comenzaran a dejarse oír de nuevo con marcada continuidad el pasado Domingo de Ramos acompañando a la Procesión de “Las Palmas”, e incluso en alguna otra jornada anterior, al irrumpir con fuerza en la acusada quietud de las principales calles de la ciudad, pareciera como si a partir de entonces, su cadencia sonora perdurase de un día para otro en los oídos y en el sentir de los ciudadanos.
 
Si bien, será algo más tarde, en el silencio de la noche y en el recogimiento nocturno de la ciudad cuando, con el transcurrir pausado de una nueva procesión y la irrupción precisa de la banda de cornetas y tambores de la Cofradía o Hermandad correspondiente marcando el paso de esa parte del cortejo,  su estruendo sonoro retumbe con mayor intensidad si cabe y de una forma continuada.
 
Trasladándose su eco nocturno mucho más allá de las calles por las que transcurre el séquito penitencial, con prolongados retazos de sonido que van y vienen de aquí para allá, mitigados y desfigurados en parte por la acción de la verticalidad de los edificios con los que irremediablemente chocan. Y así, con parecidos tonos, durante cada uno de los días que, para la celebración de nuestra particular Semana de Pasión, la organización de la misma ha previsto desarrollar.    
 
(Publicado en el  Periódico "Diario Palentino" el 16/04/2014)
 

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