miércoles, 27 de junio de 2018

Viendo pasar la vida



...y hemos permanecido algunos minutos hablándonos con la mirada: mi amigo y yo.
 



Hay un habitante de la ciudad, de pequeño tamaño, peludo él y que camina a cuatro patas, que cada día, con las primeras luces del alba, se le puede ver, en el domicilio que le acoge, ocupando un lugar de preferencia tras un amplio ventanal que domina la calle por la que transito a esa temprana hora.

 

No conozco el nombre que le habrán puesto sus dueños, pero sí aprecio que se trata de un gato de hermoso pelaje blanco y de ojos oscuros dotados de un gran poder de observación.  Tarea, esta última, que realiza con dedicación casi exclusiva allí apostado, frente a su mirador preferido, donde pasa muchas horas del día nuestro amigo, viendo pasar la vida: las gentes, los coches, los niños, los jóvenes, los mayores, los perros y, posiblemente, algún ser viviente más.

 

Y creo que, al cabo de pasar por el lugar día tras día y verlo allí tan apuesto y circunspecto, hasta nos hemos hecho amigos en la distancia, tras el cristal y la calle por la que yo transito.  Hasta diría que el animal se encuentra pendiente de mi paso, porque sabe que lo miro y le hago gestos con la mano.  Y es entonces cuando noto su mirada más profunda y penetrante, como queriendo decirme algo...

 

Y hasta algún día he podido observar como que, llegada la hora, esperase impaciente mi paso por su calle; porque tras divisarme, se ha removido en su posición y me ha mirado con más intensidad.  Me detengo frente a él, le hago gestos con la mano y nos mantenemos la mirada por unos instantes.  Y de pronto se me ocurre pensar si mi gato tendrá más amigos en la distancia, de entre los que pasan también frente a su ventana a lo largo del día.

 

Pero llevo ya unos cuantos días seguidos sin poder ver a mi amigo en el lugar de costumbre a la hora habitual, y me ha parecido raro; por lo que he sentido una cierta inquietud.  Aunque hoy, al pasar por su calle a la hora acostumbrada, le he vuelto a ver apostado frente al amplio ventanal y observando el exterior fijamente.

 

Él también parece haberse percatado pronto de mi presencia y, tras mi gesto de saludo, hemos permanecido algunos minutos hablándonos con la mirada: mi amigo y yo.
 
 
 
(Publicado en el Periódico local "Diario Palentino" el 27/06/2018)
 

 

 

 

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