miércoles, 21 de agosto de 2013

DE OBLIGADA RECOGIDA



En el atardecer rutinario de esta población costera donde me encuentro, la luz se va desvaneciendo poco a poco, anunciando el final irremisible de este nuevo día. Por lo avanzado de la hora, en la playa la gente está ya de retirada, recogen sus pocas o muchas pertenencias playeras y comienzan a ir abandonando el lugar donde pasaron las últimas horas de la tarde entre actividades tan habituales y repetidas como dorar sus cuerpos al sol a ratos, pasear por el borde de la playa donde el mar lame la arena una y otra vez y entrar y salir del agua en repetidas ocasiones tratando de mitigar el fuerte calor del ambiente. 

El mismo operativo de cada día, hasta que al final se aprecie de manera clara la desnudez en que queda la playa tras abandonarla estos últimos bañistas, los más rezagados de la tarde, con sus pertenencias a cuestas calle arriba camino del apartamento que les da cobijo durante estas jornadas vacacionales.

De tal suerte, que el panorama en los alrededores cambiará en breve, con las hamacas ya recogidas y agrupadas para pasar la noche, los patinetes de agua aparcados en la orilla y las barquitas de recreo amarradas a continuación; en tanto las figuras en vertical de las personas que se van marchando, contrastan con los colores que se van apagando en el paisaje horizontal de arena y agua que tengo frente a mí.

Me gusta este atardecer en la playa, cuando la luz del sol se va extinguiendo por momentos, contemplado en tiempo de vacaciones desde el paseo, sin las prisas de los días de labor y aprovechando los últimos rayos del astro rey que acompañó de nuevo a los bañistas durante toda la jornada.

Al fondo, en uno de los laterales de la playa, el alargado malecón que conduce hasta el pequeño faro que se adentra allá lejos en el mar, comienza a recibir ya a algunos grupos de paseantes, mientras los últimos destellos de luz natural de la tarde se van perdiendo para desaparecer a continuación tras el horizonte.  Un agradable paseo hasta la punta del espolón, desde donde se domina toda la bahía y el mar en toda su inmensidad, que finalizará ya bajo la luz artificial.
A pie de paseo, comienzan a aparecer también los habituales paseantes de la noche, que írán en constante aumento, llevados hasta allí, además, por una dulce brisa que va haciendo más agradable aún el paseo. Y así hasta que finalicen  estos días de holganza laboral, que seguro lo harán cargados de una oportuna melancolía.
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 21/08/2013)
  

1 comentario:

  1. Seré yo la primera en hacerte un comentario, me parece bien esta nueva iniciativa tuya, esto es vivir en el mundo actual, modernizarse, espero que no te cree nunca ningún disgusto sin buscarlo. Animo y que te diviertas que es al final lo que buscas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar