Justo
ahora en verano, cuando nuestros pueblos se vuelven a llenar de gente, que
regresan al lugar de sus ancestros y, en ocasiones, al suyo propio, por varios
días o por una larga temporada, huyendo en esencia de los grandes agobios y del
estrés de las grandes ciudades, las instituciones provinciales y locales se
vuelcan para volver a ofrecer un amplio repertorio cultural, que haga de esas
tardes-noches de verano a la fresca un motivo más para seguir eligiendo el
ámbito rural para pasar su tiempo de vacaciones.
Y así, lo
mismo te puedes encontrar un día en tu localidad de veraneo que al caer la
tarde y con la noche apuntando ya en el horizonte y la vertical del pueblo, y
con el griterío y chirrido de las golondrinas en torno a la torre de la iglesia
en claro decaimiento ya, que de repente comienza a sonar la música en la plaza
y su sonido se va adueñando de la noche hasta inundar de notas musicales cada
uno de los rincones del pueblo.
O que
otro día, mientras degustas un refresco en la terraza de un bar de la plaza,
atisbas cómo en otra esquina de la misma comienzan los preparativos para el
espectáculo de circo que acampará en el lugar, justo en cuanto el calor de la
tarde cese y las gentes salgan de sus casas para irse metiendo poco a poco en
la magia y los misterios de la noche de la localidad.
O que, de
pronto, en una hora indeterminada de la tarde, se escucha la voz grave y nítida
de un pregonero que con la emoción puesta en sus palabras, va anunciando por
las calles el próximo espectáculo de teatro para todos los públicos y una
velada especial de marionetas infantiles, que acogerá la plaza del pueblo
cuando el reloj del consistorio marque las ocho de la tarde.
O que, de
repente, en el silencio de la tarde-noche, el órgano de la iglesia, que lleva
varios meses en silencio, comience a sonar magistralmente e inunde con su
música cada uno de los rincones del templo de la localidad y, traspasando sus
muros, hasta las calles más próximas; obligando a los pájaros de la torre a
huir en busca de otros dominios más tranquilos.
Y así,
con varias actividades culturales más, para tratar de llenar el ocio de las
gentes del lugar.
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