Estamos a punto ya de llegar al 15 de mayo, este
próximo lunes sin ir más lejos, y celebrar de nuevo un año más -según sitios y
costumbres- la festividad de San Isidro Labrador, el patrono del mundo agrario,
de los trabajadores del campo.
Pero este año, deseando más fervientemente que nunca
que el santo patrono, erigido como protector máximo de nuestros campos, obre el
súper milagro –en esta ocasión con más contundencia que en otras-, y nos traiga
el agua tan necesaria para el día a día de todos nosotros y para el normal
desarrollo de nuestros labrantíos, de “nuestras tierras de pan llevar”, que
dijera el poeta.
Que si otros años, pedíamos al santo que intercediese
por nosotros enviándonos el acostumbrado agua de mayo, siempre tan necesaria
para el crecimiento de nuestros sembrados en esta parte final de su ciclo
evolutivo camino de su madurez, y hasta nos producía cierta desazón el que el
propio 15 de mayo estuviese pasado por agua; este año, como la petición es
unánime en el sentido de impetrar la lluvia de manera obligada al ciento por
ciento, sería un placer que esta apareciese por estos lares hasta incluso el
propio día de la fiesta.
Que ya nos las apañaríamos para honrar nosotros a San
Isidro de la mejor manera posible, y rezarle, cantarle, aplaudirle, alabarle; y
hasta jalearle, danzarle y bailarle como en sus mejores tiempos; o quizás más
aún.
Porque la verdad que lo tiene difícil este año el
santo para traernos la tan esperada, deseada y hasta reclamada lluvia con mil y
una rogativas por esos campos de Dios en cientos de pueblos y lugares de culto.
Que pocos años como éste, hemos llegado a estas
alturas del calendario con los sembrados en tan malas condiciones, la
producción de frutas, hortalizas y productos similares bajo mínimos o incluso
perdidos en un alto porcentaje.
Y, además para más inri, con las reservas de nuestros
pantanos bajo mínimos, que obligará a las restricciones en el consumo de agua
de las personas e imposibilitará el aporte del líquido elemento a los campos de
regadío.
Triste y difícil San Isidro, el de este año, si la
lluvia no hace acto de presencia en abundancia.
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