A los
sones de nuestra popular dulzaina –ese instrumento musical tradicional de
viento de lengüeta doble de nuestro folclore castellano, que así lo recoge
nuestro diccionario-, Palencia entera se vistió de fiesta y vibró en sus calles
con motivo de nuestra pasada Feria Chica.
Y era una
auténtica delicia escuchar a este numerosísimo grupo de dulzaineros, venidos
desde Castilla y León, Madrid o Cantabria, que desfilaron por nuestras calles,
unidos a los nuestros de localidades tales como Ampudia, Saldaña, Astudillo,
Venta de Baños, Villamuriel y de la propia capital, cómo hacían sonar sus
dulzainas en una conjunción magistral de las mismas.
Y que
durante todo el día esparcieron sus sonidos por cada uno de los rincones de la
ciudad; que se engalanó y se cubrió de fiesta –y de qué manera, además-,
escuchando y sintiendo los sones de tradicionales y populares melodías; en cuyo
desarrollo paseando por rincones tan emblemáticos de nuestra ciudad como son la
plaza de San Pablo, el Salón o la Calle Mayor, más de uno y más de dos viandantes
se animaron en diferentes momentos del recorrido a bailar algunos de los temas
que les iban llegando muy adentro y al sentir que sus pies se les mostraban
inquietos y deseosos de seguir el ritmo que iban marcando los dulzaineros y sus
fieles acompañantes, los redoblantes, con sus instrumentos de percusión al uso.
Una
fiesta, con todas las letras, fue la que se vivió en nuestra ciudad con motivo
de recibir a una veintena larga de grupos de dulzaineros de distintas
provincias del país, en una concentración –y va ya por la cuarta edición-, que
brilló a gran altura y divirtió de lo lindo a diferentes generaciones de
palentinos que, hasta muchos de ellos fueron capaces de echar el resto al
bailar sin remilgos y alzar sus brazos al aire cuando los sones conocidos de
alguna popular jota les llegaba a sus oídos.
Y donde,
como aspiración mayor, se puso de manifiesto, una vez más, la importancia de
reivindicar las tradiciones poniéndolas en valor, tratando así de que no se
pierdan en el olvido del tiempo que todo lo atrapa.
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