Foto (Cadena SER-Palencia)
Nos lo habían anunciado en toda regla y, en efecto, llegó en abundancia
De pronto, el tiempo –el mal tiempo, para ser más exactos-, corrió
hasta nosotros con cara de pocos amigos, nos entretuvo con alguna milonga de
última hora y aprovechó para darnos un quiebro en toda regla y colarse hasta la
cocina por toda la escuadra. Y al cabo de la noche, todos amanecimos por
aquí ateridos de frío y recordando y echando de menos por momentos los últimos
días del reciente “veroño” (como saben, acrónimo en plan coloquial de verano y
otoño), que fueron dulces donde los haya en su desarrollo y que, justo en esos
instantes, vimos que aquél había dejado entrever ya su proceder –sobre todo
cara a unos días venideros de gran trajín-, si es que nos habíamos olvidado de
él.
Así que, de repente, las temperaturas comenzaron a caer en picado
muchos grados hacia abajo, como si obedeciesen a un plan preconcebido; el
cielo, que se había oscurecido llamativamente, se abrió por momentos y comenzó
a caernos de todo: lluvia, nieve, granizo, vientos racheados y hasta
huracanados –según qué lugares-, frío casi polar y algún elemento más, que hubo
que combatir con diligencia con las armas a nuestro alcance, tratando de
minimizar los efectos.
Nos lo habían anunciado en toda regla y, en efecto, llegó en
abundancia, según lugares y comarcas.
Entretanto y en medio de todo esto, el otoño sigue imparable su
camino a nuestro lado, dejándonos en el campo escenas de colores con los
elementos de la naturaleza dignas de observar y que se prolongarán por algún
tiempo todavía.
Teniendo en las hojas de los árboles de nuestros parques y
nuestras riberas, en esencia, su mayor efecto, cambiantes a lo largo del día
según el sol les va tocando con sus rayos en una u otra posición; para ir
adquiriendo nuevas tonalidades, desde el dorado al anaranjado e incluso el
rojo, con sus correspondientes matices.
Hasta que, llegado su tiempo, una racha de viento en la noche,
terminará con ellas en el suelo, formando así una especie de alfombra que, al
ser pisada en la mañana, crujirá de manera mecánica por el dolor que las
traspasa.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 31/10/2018)
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