Cada año, llegadas que son estas fechas de final de ejercicio, y poseídos
por un a modo de impulso, no sé si superior o quizá terrenal más bien, que nos
incitara a rendir balance real y cierto de los últimos 365 días, muchos de
nosotros nos retiramos en un aparte con nosotros mismos y tratamos de visionar
en un pensamiento rápido aunque extendido en minutos, cuando no pasa que, mucho
más explícitos con cargo a los acontecimientos, tomamos lápiz y papel
intentando plasmarlo sobre el folio en blanco. Justo lo que fueron o
significaron para nosotros los días de este largo año al que ya le faltan tan
solo unas escasas horas para decirnos adiós definitivamente.
Pues hay otro de nuevo cuño que le viene siguiendo los pasos y parece tener
prisa por instalarse entre nosotros. Ojalá sea para bien y venga cargado de un
montón de realizaciones positivas para todos y cada uno de nosotros; por pedir
que no quede, dado que llegar, lo que se dice llegar, lo hará de forma
irrefutable.
Pero ciñéndonos a éste que ya se acaba, dicen los más entendidos y expertos
en la materia tras sesudos estudios, que ha tenido sus luces y sus sombras,
esto es, sus cosas buenas y sus cosas malas; como todo en la vida de manera
general, claro; pero que ya se atisban visos de una participación cada vez más
numerosa de los ciudadanos de a pie en una anunciada recuperación de la
economía de nuestro país. Que a nivel de las grandes cifras de macroeconomía,
está marcando tendencia alcista en este nuestro viejo continente europeo, según
estos mismos expertos.
Y luego, descendiendo ya al espacio de los ciudadanos de a pie, ocurrirá
que de acuerdo a cómo le haya ido a cada cual durante el transcurso de aquel,
así hará su balance en estos días; como el que cuenta de la feria conforme le
fue en ella..., lógico y fácilmente entendible.
Así que, tras este somero balance, que quizá quepa calificarlo más bien
como de simple declaración de intenciones, demos la más cordial de las
bienvenidas al nuevo año, poniendo en él todas nuestras esperanzas de que éste
sí, nos reportará al fin grandes cosas en nuestras vidas.
Y, como mejor recibimiento, ese ¡Feliz Año Nuevo!,
que gritaremos a los cuatro vientos una y otra vez dentro de unas horas tan
solo, acompañado de sentidos y muy variopintos brindis.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 31/12/2014)
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