Tras el
estallido, días pasados, del último petardo de la traca de fin de fiesta que
ponía el punto y final a los sanantolines de este año, aunque aún nos queden
los actos de la posfiesta, la ciudad va a ir recuperando paso a paso su ritmo
de vida habitual; para irse encaminando hacia un final del verano que marcará
otro hito en el devenir de las personas.
Porque un
poco con la resaca y el recuerdo de los felices días de las vacaciones que
todavía nos rondará el pensamiento, y otro poco sabiendo que es necesario ir
adentrándonos en el engranaje de los nuevos días y su actividad ordinaria, de
una forma gradual y tal vez también perezosamente iremos tomando conciencia de
que llega un nuevo tiempo en el calendario al que debemos enfrentarnos sin
dilación, porque la vida continúa.
Eso sí,
cada uno en el desarrollo de su papel, tratando así de contribuir de la mejor
manera posible a la buena marcha de la actividad diaria en cada uno de los
frentes.
Claro
que, a veces, en este mundo nuestro tan globalizado surgen acontecimientos que
de manera imprevista descabalan algunos de los planes previamente definidos,
haciendo que el día a día cruja por su base y nos obligue a cambiar el rumbo.
Que es lo
que está ocurriendo en nuestro plano territorial más cercano en lo tocante al
mundo de la política. Porque lo que se
dijo ayer y que todos estábamos más o menos de acuerdo, no vale ya para hoy;
pero tampoco valdrá para mañana. Con lo
que lo de avanzar todos juntos en una dirección previamente pactada se
convierte en una quimera imposible de sobrellevar.
Echen, si
no, un vistazo a su alrededor y verán cómo tenemos el panorama nacional, que no
damos un paso en conjunto ni a la de tres.
Y así no hay sociedad que lo aguante, cuando todo está manga por hombro
y cada uno tira hacia un lado diferente.
Pocos
acuerdos de consenso, muy poco pensar en la población en general y en el
progreso del país y, si acaso, un tratar de imponerse al adversario a base de
conseguir regalías y prebendas de las que no gozan el resto de conciudadanos de
los demás territorios.
No parece
ser esta una fórmula adecuada de progreso en común.
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