Hace unos
días, algunos medios de comunicación de nuestra provincia recogían una noticia
cuando menos curiosa pero, a su vez, de un valor emotivo muy importante. Y es
que se hablaba del encuentro de convivencia que había tenido lugar en la
localidad de Aguilar de Campoo, en los entornos de su embalse, de los antiguos
habitantes y algunos de sus descendientes de los pueblos de la Comarca
sumergidos como consecuencia de la construcción del pantano de Aguilar.
Un
pantano que, desde su entrada en servicio en el año 1964, se muestra como un
inmenso mar en medio de los campos de Castilla, pues su capacidad alcanza los
247 millones de metros cúbicos.
Claro que
para que la construcción del mismo fuese posible, hubo que pagar el precio de que
varios pueblos limítrofes al mismo desapareciesen sumergidos bajo sus
aguas. Estas localidades fueron
Villanueva del Río, Cenera de Zalima, Quintanilla de Berzosa y Frontada, cuyos
moradores, de la noche a la mañana se vieron obligados a emigrar de sus casas a
otros lugares, dejándolo todo atrás: sus viviendas, sus tierras, sus
carreteras, sus puentes, sus iglesias, sus ermitas; y así un largo
etcétera.
La
mayoría de estos habitantes se irían a vivir a la población que tenían como
referencia, Aguilar de Campoo. Un poco,
quizás, por no alejarse demasiado de lo que eran sus raíces y donde habían
desarrollado su vida.
Bueno,
pues ha sido recientemente como decíamos, este agosto pasado, cuando muchos de
estos vecinos y algunos de sus descendientes procedentes de estas localidades
que se vieron anegadas por las aguas del pantano, se han reunido en los
entornos del embalse para recordar aquel entonces y traer a la memoria todo lo
que significó para ellos el tener que dejar sus casas y sus tierras.
Y
reunidos todos y rememorando aquellos momentos, habrán surgido inevitablemente
los recuerdos, las emociones y hasta su corazón se habrá enternecido fomentando
los afectos y los sentimientos.
Cómo no
iba a ser así si ahora, cuando el pantano se queda sin agua, todavía pueden
verse construcciones como puentes, casas o la torre de alguna iglesia que las
aguas cubrieron en su día.
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