Si hay un
par de tradiciones en la ciudad, cercanas en el tiempo cada año en cuanto a su
ejecución y desarrollo de las mismas, trasladadas al marco de una fiesta que
suscita un fuerte sentimiento palentino arraigado muy mucho en torno a ellas y
a sus usos y costumbres, y aglutinando por ello a un gran número de personas en
su celebración, estas serían –aparte, claro está, de la fiesta de nuestro
patrono San Antolín-, la Romería de Santo Toribio en el barrio del Cristo y la Romería
de San Marcos en el parque del Sotillo.
Ambas con
los aditamentos propios de una romería, entendiendo esta como un viaje en
peregrinación a un determinado lugar por devoción a un señalado santo, ubicado
sobre todo en un terreno o paraje campestre o de montaña.
La
primera de estas dos romerías, la acabamos de celebrar este pasado fin de
semana, con la tradicional pedrea del pan y el quesillo, en torno a las laderas
del Cristo del Otero y sus campas aledañas.
Y la
segunda de ellas, la de San Marcos, multitudinaria romería en la ribera del
Carrión, en el entrañable y emblemático marco del Sotillo de los Canónigos,
tras cruzar el río a través de nuestro famoso Puentecillas, nos espera en la
jornada de mañana jueves, 25 de abril.
En otro
tiempo, parece que la tradición nos hablaría en este caso de las conocidas
rogativas implorando los vecinos la lluvia para sus campos. Actualmente, trasladada a la tarde de ese día
en la amplia campa del parque del Sotillo, donde se asientan decenas de casetas
de feria, puestos típicos de venta ambulante de almendras, avellanas y otra
serie de productos alimenticios y golosinas; carruseles y otras atracciones
festivas, sobre todo para la grey infantil.
Pero
destacando por encima de todo en esta fiesta, la popular degustación de
caracoles, de obligada presencia en la romería, en cuyo seno se produce también
un concurso de cocina para este popular molusco.
Y
mientras la tarde se va apagando y la noche le toma el relevo en tan
espectacular marco, la música de la verbena popular deja toda su esencia en el
frescor de la pradera, que se muestra a esa hora repleta de palentinos.
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