Bueno, pues tras esta fiesta de las Candelas, con la
que los palentinos hemos honrado a nuestra Patrona, la Virgen de la Calle, a
continuación haremos un pequeño parón –momentáneo tan solo- en este aspecto
lúdico de los días, hasta que por aquí se asome el alegre y bullanguero tiempo
de Carnaval.
Que no tardará mucho en hacerlo, pues estamos ya a
apenas una semana, día más día menos, de meternos de lleno en faena en ese
mundo de las máscaras y las mascaritas, de los originales y desenfadados
disfraces y de los grandes desfiles de Carnaval a calle llena donde nadie sabe
quién es quién, porque los disfraces de todo tipo que se prodigan por doquier y
que lucen sus mejores galas, son capaces de distorsionar la realidad hasta
límites insospechados.
Y es que en un ambiente así, donde los disfraces más
inverosímiles campan a sus anchas, no sabrás nunca al lado de quien desfilas,
si es el vecino del quinto vestido de astronauta, o es tu compañera de trabajo
disfrazada de pingüino, o acaso tu compañero casual de vinos que luce, digamos,
un traje de ejecutivo de alto postín… Y así sucesivamente, en un marchar
acompasado a ritmo de las más alegres y pegadizas músicas, en una más que
anunciada transformación de la realidad que, por momentos, según sitios y
lugares, puede llegar a alcanzar altas dosis de transgresión sobrevenida.
A fin de cuentas, un poco de eso se trata, de
transformar la sociedad subvirtiendo el orden establecido y las jerarquías
instituidas, para dar cabida a una serie de comportamientos ajenos y actitudes
reprimidas de común en el día a día. Y
donde los disfraces no serían más que el instrumento para poder hacerlo de
incógnito.
Todo ello, antes de dar paso al tiempo de Cuaresma,
saltando así de lo profano a lo sagrado de un día para otro. Pero, además, y en otro orden de cosas, con
el pensamiento puesto de vez en cuando en la próxima primavera, que ya se la
espera con inmensas ganas; sobre todo en estas últimas jornadas, porque estamos
pasando por los días más crudos del invierno.
Que viene a recordarnos aquello de que al invierno no se lo come el
lobo; vamos, que llegar llega de todas todas.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 08/02/2023)
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