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...lo que procede es echarse
al coleto un sabroso y humeante café con
leche, que haga que se recupere el pulso, se recomponga el cuerpo y se vea el
día de otra forma.
Con estos insistentes fríos tan de continuo –¡y los que vendrán!-, y las
más que fuertes heladas nocturnas rondándonos las horas y los días, lo que se
estila por estos lares es, abrigarse bien de la cabeza a los pies y tratar de
buscar los lugares de la ciudad y alrededores donde, existiendo agua estancada,
agua que fluye al exterior a través de fuentes o manantiales, o agua en
movimiento muy mermado, estas constantes temperaturas en negativo han tomado
protagonismo y han hecho de las suyas, dejándonos por acá huellas casi
indelebles de su paso, al menos durante unos días. Observando empero cómo los hielos cubren
totalmente estos espacios donde, en tiempo reciente, el agua fluía sin ninguna
cortapisa, y lo hacía hasta alegre y cantarín.
En cambio ahora, todo es silencio y friura en el ambiente.
Y así, si uno se acerca hasta, pongamos por caso la Dársena del Canal,
puede observar la espesa capa de hielo que recubre su superficie, extendiéndose
aguas adentro a lo largo del ramal del Canal que aquí desemboca.
E incluso el mismo río Carrión a su paso por la ciudad, en tramos donde la
corriente de agua no es continua y en algunas de sus orillas entre juncos y
otras hierbas de una considerable altura, se le puede ver con una capa
importante de hielo. Constatándose
también que, aguas arriba, alguno de los pantanos que forman su cabecera, se
muestra igualmente con sus aguas heladas.
Lo que nos puede dar una imagen gráfica de cómo se las gasta este año el
invierno por estos lares.
Claro que, a pesar de todo esto, es bueno recordar aquí aquello de que
“quien no se consuela es porque no quiere”; porque tierras arriba y del otro
lado de los Pirineos, la situación meteorológica es todavía mucho más grave y
cruda que por aquí, infinitamente más…
Pero regresando a nuestros límites capitalinos,
para desengrasar a la vuelta de esta pequeña excursión ciudadana –más bien
entonar el cuerpo-, lo que procede es echarse al coleto en alguno de los bares
del recorrido, un sabroso y humeante café con leche, que haga que se recupere
el pulso, se recomponga el cuerpo y se vea el día de otra forma; con los rayos
de sol, además, penetrando por el ventanal de la cafetería en todo su
esplendor.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 18/01/2017)
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