miércoles, 18 de enero de 2017

CON ESTOS FRÍOS…

Foto(Internet)

...lo que procede es echarse al coleto un sabroso y humeante café con leche, que haga que se recupere el pulso, se recomponga el cuerpo y se vea el día de otra forma.
 


Con estos insistentes fríos tan de continuo –¡y los que vendrán!-, y las más que fuertes heladas nocturnas rondándonos las horas y los días, lo que se estila por estos lares es, abrigarse bien de la cabeza a los pies y tratar de buscar los lugares de la ciudad y alrededores donde, existiendo agua estancada, agua que fluye al exterior a través de fuentes o manantiales, o agua en movimiento muy mermado, estas constantes temperaturas en negativo han tomado protagonismo y han hecho de las suyas, dejándonos por acá huellas casi indelebles de su paso, al menos durante unos días.  Observando empero cómo los hielos cubren totalmente estos espacios donde, en tiempo reciente, el agua fluía sin ninguna cortapisa, y lo hacía hasta alegre y cantarín.  En cambio ahora, todo es silencio y friura en el ambiente.
 
Y así, si uno se acerca hasta, pongamos por caso la Dársena del Canal, puede observar la espesa capa de hielo que recubre su superficie, extendiéndose aguas adentro a lo largo del ramal del Canal que aquí desemboca.

 
E incluso el mismo río Carrión a su paso por la ciudad, en tramos donde la corriente de agua no es continua y en algunas de sus orillas entre juncos y otras hierbas de una considerable altura, se le puede ver con una capa importante de hielo.  Constatándose también que, aguas arriba, alguno de los pantanos que forman su cabecera, se muestra igualmente con sus aguas heladas.  Lo que nos puede dar una imagen gráfica de cómo se las gasta este año el invierno por estos lares. 
 
Claro que, a pesar de todo esto, es bueno recordar aquí aquello de que “quien no se consuela es porque no quiere”; porque tierras arriba y del otro lado de los Pirineos, la situación meteorológica es todavía mucho más grave y cruda que por aquí, infinitamente más… 
 

Pero regresando a nuestros límites capitalinos, para desengrasar a la vuelta de esta pequeña excursión ciudadana –más bien entonar el cuerpo-, lo que procede es echarse al coleto en alguno de los bares del recorrido, un sabroso y humeante café con leche, que haga que se recupere el pulso, se recomponga el cuerpo y se vea el día de otra forma; con los rayos de sol, además, penetrando por el ventanal de la cafetería en todo su esplendor.
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 18/01/2017)
 
 
 
 
 

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