miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL DOMINGO, DE RASTRILLO

Foto (Internet)


De un tiempo a esta parte, las mañanas de los domingos parecen como si, indefectiblemente, hubieran sido hechas para, entre otras muchas actividades matinales del día de fiesta, poder darse uno una vueltecilla por los rastros o rastrillos que, con motivos mil, han tomado asiento con una cierta fuerza en diversas ciudades y pueblos de nuestra geografía patria. Y pasar un buen rato entre cachivaches y cosas añejas y un tanto del pasado que, justamente éste ha revalorizado y puesto de moda en la actualidad; existiendo la posibilidad de que algo de todo lo que allí se exhibe nos pueda cuadrar en algún momento.

Y es que es tal la variedad de objetos y accesorios que en ellos se muestran para su venta, siempre bajo la premisa de ostentar por sí mismos un cierto grado de antigüedad, lo que llevan muy a gala y les otorga un claro marchamo de competitividad frente a otros, por esa especie de moda actual de echar la vista atrás hasta el pasado, que fácilmente pueden encontrar su acomodo en cualquier necesidad o carencia que nos surja de improviso; si no es que, de entrada, buscábamos ya ese objeto en concreto.

Sin ir más lejos, en nuestra Plaza Mayor capitalina disponemos cada domingo y día de fiesta de un rastrillo al uso, que tiene ya su solera bien ganada, después de muchos años de concurrencia al lugar de un número significativo de vendedores con sus variopintos puestos, que ha ido aumentando con el paso del tiempo; hasta ocupar actualmente toda la superficie soportalada de la plaza.

Y con una oferta de productos harto variada, que va desde joyas, libros, discos, gorros; hasta ropa usada, complementos, calzado; pasando por artículos de electrónica, coleccionismo…, y hasta algún mueble que otro de pequeño tamaño…; que buscan su salida al mercado a un precio irrisorio –como los vendedores mismos apuntan-.

Y como se arguye claramente en el mundo de la enseñanza, donde está más que demostrado aquello de que cada maestrillo tiene su librillo, aquí en este espacio del rastro, existen también sus pequeños trucos de venta, con carteles llamativos, impactantes, haciendo referencia a que se trata de piezas únicas, que están a un precio minúsculo –auténticas gangas- y difíciles de encontrar en otros lugares…
 
Todo, para tratar de atraer al cliente, tanto al ocasional como al que acostumbra a dejarse caer de manera habitual por aquellos pagos. ¡Y vaya si los atraen!.

(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 23/11/2016)

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