Si ya de entrada, sorprende y resulta cuando menos curioso toparse en plena
Meseta Castellana y en medio de nuestras “tierras de pan llevar”, con dos
modernos barcos surcando -majestuosos y altivos ellos-, las aguas del Canal de
Castilla –obra, como sabemos, de extraordinaria ingeniería para su tiempo, el
siglo XVIII-; subirse a cualquiera de ellos en el tramo del Canal que recorren
y verse de pronto envueltos en una atmósfera y un ambiente dieciochesco, el
asunto va adquiriendo ya un calado de mucha mayor profundidad, y la imaginación
más volátil se puede poner en marcha para tejer mil y una aventuras a lo largo
del recorrido.
Y es que, en efecto, esa es la impresión primera que uno recibe cuando sube
a bordo del “Juan de Homar” en Villaumbrales o del “Marqués de la Ensenada” en
Herrera de Pisuerga; que estos son los nombres de los dos barcos que surcan
este verano las aguas del Canal de Castilla en el tramo palentino del mismo, y
estas las localidades desde donde zarpan y donde regresan, una vez concluido el
viaje, para desembarcar al pasaje.
Un pasaje que, en estos días de verano, surcando estas aguas, aparte de
sentirse trasladado al pasado por la propia ambientación del barco, puede desde
su asiento, contemplar cómo las tierras de labor y cerealistas por las que
discurre el Canal, a las que va horadando en un profundo surco, pero
haciéndolas también fértiles; están siendo cosechadas con grandes máquinas y
con apenas presencia humana, sólo la imprescindible para ponerlas en marcha.
Y será aquí, a buen seguro, cuando a algunos de los pasajeros la memoria
les haga reflexionar y trasladarles por momentos a un pasado en el que estas
faenas agrícolas que ahora contemplan tan cómodamente, requerían de mucha mayor
presencia de personas –¡todas las manos eran pocas entonces! al estar mucho
menos mecanizadas-, debiendo extenderse durante la totalidad del verano, y no
sólo durante unos pocos días, como en la actualidad.
Y, por qué no, verse reflejados algunos de ellos en
aquellas faenas de otros tiempos en estos campos aledaños al Canal. O paseando
por los caminos de sirga de sus márgenes, por los que resulta una delicia
caminar en estos días, a la sombra de sus grandes árboles. En tanto, el barco sigue su marcha,
remontando ahora una de las esclusas, con el interés añadido
entre el pasaje por esta nueva pequeña aventura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario