Recorrer la ciudad estos días de junio, previos al verano o con él
presente, en especial los fines de semana, es encontrarse con la fiesta y con
las gentes, más endomingadas que de costumbre, participando de las
celebraciones festivas tras cada esquina de su barrio. Es, también, toparse de pleno con el sonido
festivo de la dulzaina y el tamboril en cada plaza, marcando el ritmo y los
pasos de un grupo de danzantes que, con sus coordinadas y bien marcadas evoluciones,
logran el aplauso agradecido y sentido del respetable.
Es acercar, entre muchos más que de ordinario, conversaciones, saludos,
inquietudes y sentimientos hasta la plaza central y compartirlos al caer la
tarde e iniciarse la noche –tiempo propicio para las confidencias-, al hilo de
alguna de las verbenas de extraordinario ambiente, o de la típica hoguera de la
más honda y rancia tradición.
Es amanecer casi con el retumbar de los cohetes anunciadores del inicio de
los festejos del día en los oídos; y a continuación vestirse presto de gala y
partir a la calle a celebrar esas horas de entusiasmo y diversión.
Es saber que la alegría y el buen humor rondarán las calles del lugar, y
que a cualquier hora del día habrá siempre alguien dispuesto a compartir
contigo un café o una caña y un rato de conversación en el bar de siempre,
engalanado estos días de manera especial para la fiesta.
Es sacar el valor suficiente, en medio del fragor de la verbena, avanzada
la noche y cuando la orquesta interpreta un tema de la más rabiosa actualidad,
acercarte a pedirle baile a la chica del barrio en la que siempre te fijaste,
pero que nunca encontraste el momento propicio para abordarla…, y contarle que
tienes en mente mil planes para los dos juntos.
Y comprobar que ella acepta el primer baile, y también el segundo, y el
tercero…, y que de pronto se te abren las puertas del cielo.
Es, también, llegar a casa de amanecida, tras haber pasado la noche con los
colegas de peña en peña y habiendo arreglado y desarreglado el mundo un sinfín
de veces; para descubrir al final que todo a tu alrededor está tal y como lo
dejaste al salir de casa.
Y es, en fin, vivir la fiesta también en plena
Calle Mayor, con los comercios palentinos como protagonistas en su noche de
compras más larga, la música de varios “discomóvil”
repartiendo alegría en plena calle, y los palentinos gozando de una noche muy
diferente.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 22/06/2016)
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