Aprovechando el innegable avance que, en el sector de las comunicaciones
ferroviarias con y desde Palencia hacia Madrid, ha supuesto sin duda la llegada
del AVE hasta nuestros límites territoriales, son muchos los palentinos que,
desde su puesta en marcha, hacen uso de él para desplazarse hasta aquella
capital y, si viene a mano, pasar allí el fin de semana en plena vorágine
ciudadana; mermada ésta, eso sí, por ese mismo motivo de ser fechas no
laborales, aunque aumentada de otro lado, por ese gran poder de convocatoria de
la capital como atractivo turístico de primer orden y esa consiguiente
recepción de turistas en un número más que considerable.
Quien esto escribe y firma, también tomó un fin de semana de los últimos
pasados este moderno tren y en un “periquete”, como aquel que dice, se plantó
en la capital del reino, dispuesto a disfrutar de un fin de semana madrileño en
plan turista. Que bien pudiera considerarse como una visita relámpago, sin
embargo, por lo cortos que se quedan los días, para la gran cantidad de cosas
que es menester conocer y también descubrir, en este Madrid que te enamora.
Bueno, el caso es que allá que nos fuimos en nuestro tren AVE hasta la
capital del reino; en un tiempo de viaje realmente corto, rondando los 300
km/h. de velocidad en muchos tramos del recorrido, lo que hizo del viaje casi
un corto paseo visto y no visto.
Tiempo de menos que sumaría horas al conjunto de los días del fin de
semana, propiciando el que se pudieran ver muchas más cosas o estar en contacto
con la realidad madrileña durante mucho más tiempo.
Una realidad que engancha al visitante nada más poner pie en tierra,
llevándole en volandas a querer estar en mil y un lugares diferentes de la
Villa y Corte y a digerir con presteza lo que se le va poniendo por delante;
porque tras aquella opción llega otra con más posibilidades todavía.
Y como el tumulto de gente es tanto en número, en todos y cada uno de los
lugares a visitar, a veces sientes como si la marabunta te llevase por la calle
y te arrastrase hasta esos sitios, porque todos los lugares están igualmente
repletos de visitantes.
Y si hay un eslogan publicitario de esa ciudad, que
revela aquello de que “de Madrid al cielo…”, cuando uno abandona aquélla porque el AVE está a punto de emprender el viaje de
regreso, siente que algo de ese Madrid se lleva consigo, con la firme promesa
de volver a él a la mayor brevedad.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 04/11/2015)
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