miércoles, 15 de octubre de 2014

DESCUBRIENDO EL CAMINO


La mañana del pasado sábado 4 de octubre –festividad de San Francisco de Asís, para más señas-, aparte de ser festiva para muchos de nosotros –un algo añadido al día-, amaneció transparente y bañada de luz toda ella, invitando a un numeroso grupo de palentinos a enfrentarnos con muchas más ganas, si cabe, al reto que nos habíamos marcado libremente.

Desafío que no era otro que recorrer aquella mañana, en calidad de auténticos peregrinos de la ruta, veinte kilómetros en concreto del conocido como Camino de Santiago a su paso por nuestra provincia, entre las localidades palentinas de Frómista y Carrión de los Condes; participando de esta guisa en la Marcha Jacobea solidaria que organizaba la “Fundación San Cebrián”, institución de amplio reconocimiento provincial en pro de los discapacitados.

Un trayecto, apetecible a más no poder porque, desde el punto de vista de la Ruta Jacobea, aquel amplísimo grupo de peregrinos palentinos íbamos a tener la oportunidad de estar en dos hitos importantísimos del Camino, cuales son Frómista y Carrión de los Condes.  Aparte de atravesar también otras cuatro localidades más: Población de Campos, Revenga, Villarmentero y Villalcázar de Sirga, emblemáticas igualmente en el sentimiento palentino del Camino.

Claro que, acogiéndonos de buena mañana la portentosa y sublime iglesia  románica de San Martín de Frómista, en cuyos entornos se iniciaba la marcha, el sentimiento y el espíritu se elevarían de pronto hasta límites insospechados, proporcionándonos ya la fuerza suficiente para recorrer sin desfallecimiento la veintena de kilómetros que teníamos por delante.

Pronto, la serpiente multicolor de andarines que se formó, mochila al hombro y mirada al frente para observar en toda su amplitud el vasto horizonte que se nos abría a lo lejos, comenzaría a irse estirando en profundidad a lo largo de varios kilómetros, haciéndose casi imposible, desde una posición adelantada, vislumbrar con precisión el final de la misma.
 
Los campos por los que atravesaba el camino, se nos mostraban extensos a la contemplación y silenciosos –apenas algún canto de pájaro rompiendo esta quietud de cuándo en cuándo-, desprovistos de más presencia humana que la nuestra en esa interminable hilera deperegrinos.
 
Donde el pensamiento se elevaría hasta casi el infinito, mientras íbamos hollando paso a paso el suelo pedregoso del camino. Y así transcurriría una mañana de gratas experiencias y feliz recuerdo.

(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 15/10/2014)
 

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