Foto (Internet)
Hay tradiciones que pudiéramos llamar centenarias,
porque tienen cien o más años de existencia entre nosotros y que, cuando se
reviven en nuestros días, se busca sigan guardando toda la esencia de aquel
entonces. Y las hay también de más corta
vida, pero que pueden conservar también todo su carácter de una manera fiel.
Pero que haya tradiciones que aún hoy se conmemoran y
que datan de varios siglos de subsistencia, la cosa no resulta ya de tan fácil
entendimiento. Y de ahí que, para que el
paso del tiempo no las destruya o las eche en el olvido, tengan que remarcarse
y preservarse, convirtiéndolas por ejemplo en bien de interés cultural de
carácter inmaterial.
Que es, sin ir más lejos, lo que se busca ahora con
una tradición de nuestra montaña palentina, tras haberse iniciado el expediente
de declaración de esta circunstancia para la misma.
Estamos hablando de “La Mojonera de Brañosera y el
Valle de los Redondos (localidades palentinas de San Juan de Redondo y Santa
María de Redondo)”.
Cuya tradición viene nada más y nada menos que del año
1575. Y que nos habla del acuerdo
firmado en aquel entonces entre estas localidades para llegar a buen término en
el uso del agua y de los pastos de la zona como recursos naturales que
propiciasen la riqueza de las gentes de estos territorios provinciales.
Y es que los continuos conflictos que existían en el
lugar motivados por el uso del agua y de los pastos, eran motivo de casi
perpetuos pleitos entre sus habitantes; hasta que, por fin, en aquel año de
gracia de 1575 lograra firmarse el acuerdo por el que se establecían los
límites de aquellos dos elementos de la naturaleza tan preciados.
Y desde aquel entonces –y ahí viene el motivo de esta
declaración que se busca-, cada nueve años y en los primeros días de
septiembre, tiene lugar una fiesta familiar en este enclave de nuestra montaña
palentina para conmemorar este acuerdo que tanto bien trajo a la comarca.
Fiesta que tiene como objeto comprobar que los mojones que delimitan este acuerdo
siguen en sus emplazamientos, escenificándose luego con una comida de
hermandad, un brindis y un apretón de manos.