Últimamente,
cuando voy recorriendo la ciudad y llego ya a algún barrio más o menos exterior
y un tanto alejado del centro, y me encuentro con un camino lateral que parte
desde el borde mismo de la calzada, siento que tengo la necesidad de tomarlo,
explorarlo y seguir caminando por él pisando su superficie de tierra, observar
con extraordinario interés todo lo que su recorrido me va deparando, dejándome
llevar conscientemente y viendo adónde me conduce, aunque en mi cabeza tenga
definida ya una predeterminada ubicación orientativa del lugar donde me
encuentro.
Sintiendo
en todo momento la necesidad insistente de adentrarme por el susodicho camino y
sus diferentes vericuetos, observando con interés las posibles construcciones
que en sus márgenes se ubican, la diferente vegetación que le va rodeando en el
recorrido, e incluso la perspectiva de la ciudad dejada detrás cuando el camino
toma una curva y me permite esa visión.
Pero sobre todo, ver y sentir cómo la naturaleza
ejerce su acción y crece libre y a su aire a mis pies, pudiendo incluso hasta
tocarla en cada una de sus manifestaciones herbáceas. Admirando a un tiempo la gran variedad de
estas hierbas, así como de plantas de distintos tamaños y colores de especies
diferentes que crecen a lo largo de ambos márgenes del camino. Una vegetación, en suma, que me va señalando
la estación del año en la que me encuentro cuando paso a su vera y me detengo a
contemplarla.
Y en el ambiente, puedo en todo momento escuchar los
cantos armoniosos y variados de decenas de pájaros que van volando delante de
mí o se entretienen saltando de rama en rama cuando me acerco a algún espacio
arbolado.
Es un viaje de placer, es un observar y sentir la vida
libre de la naturaleza, que sigue su particular dictado y sus reglas de
nacencia en cada tramo del camino.
Y, a la par, sentir cómo mi pensamiento se evade y se
va relajando por momentos. Mientras en
el tiempo, y tras haber recorrido un considerable trayecto, se va acercando
poco a poco la hora de tener que desandar el camino para regresar a la ciudad,
aunque el ambiente urbano seguirá oliendo a naturaleza por algún tiempo más.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 01/07/2020)
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