Hacía algún tiempo ya que la tuna no desfilaba por las calles de nuestra
ciudad; derrochando alegría con su música de siempre; con sus capas al aire y
sus cintas enredándose ágiles al viento; evocando bonitos recuerdos de aquellos
años de ambiente estudiantil, y dejando a su paso una estela de románticos
amores -algunos que fueron, otros que no-, mientras “una niña llora, porque la
capa del tuno que adora, no lleva la cinta que ella le bordó…”
Y llenando de suaves y lindas melodías los balcones y ventanas, donde las
gentes se asomaban de pronto para ver pasar a los tunos y tararear sus
canciones sin saltarse ninguna de sus estrofas, ni mucho menos los
estribillos...
La tuna pasó, y a uno, descendiendo a aquellos años de estudiante, le
quedaron las ganas de preguntar a alguno de sus miembros si es cierto ese rumor
que desde siempre le acompaña a la tuna y a sus componentes allá donde quiera
que vayan, de que cada cinta de su capa guarda todavía el trocito de un corazón
rendido y tal vez roto, de un pasado feliz.
Porque todas sus canciones hablan de ello y claro, así las cosas y todavía
bajo el velo de la adolescencia, uno piensa que ellos pueden resultar ser los
más bregados en el tema del amor, porque no en vano le cantan en cada una de
sus tonadillas de una o de otra manera, y aportando siempre una perspectiva
nueva del mismo.
Con niñas y jóvenes adolescentes que, entregadas, salían a balcones y
ventanas para verlos pasar; y demás gentes de a pie que se rendían a su paso
cantando de continuo sus viejas romanzas de amor; con requiebros amorosos por
parte de ellos en cada una de sus letras y cada uno de sus acordes; con una
alegría juvenil, digna de emular, impregnando cada uno de sus temas e invitando
de pronto a esas niñas y jóvenes adolescentes a cerrar balcones y ventanas y
bajar a la calle para unirse a la tuna y marcharse con ellos de ronda por toda
la ciudad.
Y ya todos en grupo, avanzar calle adelante, para
dejarse ver y poder decir que el pasado fin de semana en nuestra ciudad, con
motivo del I Certamen de Tunas Universitarias de Palencia, la tuna pasó y
volvió a pasar. Y al desfilar cantando viejas canciones de ronda, volvió a
seducir y a enamorar a los palentinos todos, como tiempo atrás lo hiciera a aquella joven estudiante de la canción, que
bordara con primor la cinta de la capa del tuno que aquí brillaba ahora al aire
de la noche.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino", el 4/05/2016)
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