Es media tarde, la coqueta y monumental Plaza de San Pablo palentina, y
también sus alrededores más próximos –estos quizás por simpatía o por cercanía
tanto real como sentida-, vibran y bullen de actividad en esas horas previas al
crepúsculo, en las que todas las posibilidades de la tarde se abren todavía
para su realización, antes de que la noche lo cubra todo con su oscuro manto y
la Plaza entre en un silencio prácticamente total.
El marco arquitectónico no puede ser más espectacular, respirándose por una
parte un acusado sabor antiguo y tradicional a través de las edificaciones del
pasado, junto a otro de estilo moderno y más de nuestros días, que le
proporcionan las nuevas construcciones de los entornos y los bares y terrazas
que han ido surgiendo a su vera.
Vibra por minutos la Plaza debido a su trepidante actividad; con los más
pequeños jugando en grupos y correteando alegres y bullangueros en todo su
contorno; en tanto en torno a la espadaña de la iglesia sobrevuelan incansables
una y otra vez decenas de pájaros que parecen contagiados del entusiasmo
infantil. Y los más viejos del lugar,
que descansan buena parte de la tarde sentados en algunos de los bancos frente
a la iglesia, se emocionan ante tanto movimiento de gentes de un lado para
otro, añorando tal vez su pasada mocedad.
Mientras no quitan la vista de un grupo de niños que han elegido el
monumento a la primera Universidad, allí ubicado, como centro o cuartel general
de sus juegos.
De pronto, irrumpe en el ya ruidoso ambiente de la Plaza, un sonido nuevo,
aunque familiar, cargado de reconocida sonoridad, que se prolonga por unos
minutos y que, tras una pausa, vuelve a sonar una vez más, y luego otra
más... Los habituales del lugar en seguida
reconocen la cadencia sonora y el soniquete musical; se trata del ensayo de la
banda de cornetas y tambores de una cofradía titular, que tiene su sede en un
edificio que, con su capilla anexa, se levanta en uno de los laterales.
Entretanto, y mientras la Plaza continua bullendo
en su conjunto, la tarde va consumiendo sus minutos paulatinamente, aunque la
intensidad de aquélla se extenderá en esta jornada por algún tiempo más, a buen
seguro, pues el calendario de los días nos sitúa esta tarde en el comienzo de un nuevo fin de semana, que se adivina
prometedor.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 03/06/2015)
Precioso artículo para una Plaza súper especial y bonita.
ResponderEliminarUn abrazo, Mía
Gracias, Mía. Es cierto, esta Plaza tiene un encanto especial. Hace algún tiempo que se me ocurrió escribir algo sobre la misma, al darse un montón de circunstancias en torno a ella. Y ya ves, llegó el momento. Un abrazo.
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