Sí, y con toda la contundencia del mundo, además; ya lo saben. Porque la nieve, en efecto, volvió a dejarse
ver y sentir, cayendo con inusitada fuerza e inesperada persuasión en nuestra
provincia días pasados, hasta alturas pocas veces conseguidas, a decir por los
más viejos del lugar –de nuestro norte provincial sobre todo-, que de eso saben
un rato.
E incluso lo hizo por tercera y por cuarta vez; y hasta por quinta y sexta
vez…, dependiendo de dónde cada uno pusiese el corte para comenzar luego la
cuenta siguiente.
Aunque otros dirán que ha sido un continuo y seguido caer y caer desde que
un día el cielo se tornó amenazante, las nubes se abrieron en pompa y el blanco
elemento, cayendo a plomo, comenzó a posarse, mansamente al principio, sobre el
paisaje, tanto urbano como rural, hasta dejarlo totalmente cubierto. Y así
estuvo, nevada sobre nevada, hasta que aquello se desmadró de tal forma que no
hubo manera de poderlo atajar, de ponerlo coto, durante toda una semana seguida
–más lo que ya se tenía arrastrado de atrás-, con sus altos y sus bajos y sus
picos de sierra apuntando muy, pero que muy arriba. Diríase que la nieve se
apropió de nuestro norte provincial.
Y así transcurriría, sin solución de continuidad en la práctica, durante
toda una larga semana día a día; con sus mañanas y sus tardes al acecho, ojo
avizor a través del cristal; y sus noches de vigilia y de espera infructuosa,
confiando en que aquello parase aquella noche y a la mañana siguiente el
temporal se hubiese ido camino de un destino con muchos kilómetros de por
medio.
Pero amanecía al día siguiente y el panorama no era ni mucho menos el
soñado, sino todo lo contrario y agudizándose si cabía aún más a medida que
pasaban las horas. Y así un día tras
otro, con un paisaje cada vez más blanco en el lugar y alrededores, y una nieve
que cada vez alcanzaba una mayor altura, hasta casi tapar por momentos algunas
de las construcciones de menor altura.
Jornadas éstas tan largas, seguramente, como
sinsabores y tristezas cada uno de los habitantes de nuestro norte provincial
fuese añadiendo al conjunto de sus experiencias y dificultades añadidas; dentro
de un amplio abanico de fechas del calendario, que todos estarán de acuerdo en
convenir como demasiadas y excesivas en su persistente y machacona acción.
Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 18/02/2015)
He conocido nevadas de grandes proporciones, pero como ésta, ninguna.
ResponderEliminarEn febrero de 2003, también cayó de gran tamaño, los coches no se veían y bajo su manto blanco escondía placas heladas, con las consiguientes caídas de los lugareños y los que por allí estábamos.
Las noches congeladas eran y en las mañanas, como no había previsión de nevar, ropas pasmadas en los tendederos quedaron, tenías que esperar a que don Sol, hiciese acto de aparición, para poderlas coger, sin qué se partiesen a trocillos.
Y, desde Aguilar hasta Herrera, la nieve cubría campos, montes, árboles y pinares por completo.
Parecía lo habían bañado con nata recién hecha. Pero, si ibas hacía Barruelo y Brañosera, idem de la misma, hasta Golobar fuimos con el coche, para dar una vuelta y ver todo lo que había tapado.
Nunca había estado en esa época y a parte de ver una inmensidad enorme, podías ver los animales, quizás ellos también estaban atónitos con algo así.
¡Vale que caiga nieve, pero, este año, se ha desbordado por completo.
¡¡Buen relato, José Javier...me gusta, vaya que sí!!
Un saludo, Mía
Muchas gracias, Mia, por tus comentarios. Y por acercarnos esa retrospectiva de "otras" nevadas que también ha padecido esa Comarca de nuestro Norte. Un saludo.
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