Días pasados los valencianos celebraban por todo lo alto y en olor de
multitudes como siempre, “Las Fallas”, su fiesta por antonomasia. Y como final
del festejo, se volvió a cumplir la tradición llevándose a cabo el acto de la
“Cremá”, con la quema de todos y cada uno de los monumentos falleros levantados
en calles y plazas de la ciudad, a excepción de los que, por votación popular y
méritos propios, resultaron indultados en el presente año.
A varios cientos de kilómetros de distancia de la capital valenciana y
coincidiendo prácticamente en el tiempo, los vecinos de la localidad palentina
de Aguilar de Campoo asistían también a otro acto, cuando menos cargado de
simbolismo y lleno de historia por lo que representaba en sí el momento. Porque se trataba, nada más y nada menos, que
del derribo y demolición de todo un referente en la villa galletera: el
edificio que durante décadas albergara la antigua fábrica de galletas “Fontaneda”,
marca de gran renombre conocida en el mundo entero y todo un símbolo para la
comarca.
Y claro, aunque no se trata de realizar un paralelismo en sí entre uno y
otro acto, sí se le puede encontrar una cierta coincidencia en el resultado
final del “suceso”. Pues si con la quema y consiguiente reducción a cenizas de
los monumentos falleros, se da por concluido todo un año de trabajos y
esfuerzos dedicados a conseguir todo el conjunto escultórico de la falla para
su admiración durante tan sólo unos días y su destrucción final; con el derribo
estos días de la antigua fábrica de “Fontaneda”, se acabó el último referente
que aún quedaba en la localidad de tan ejemplar y conocida empresa. Si bien, con la pérdida real de la marca
“Fontaneda” hace algunos años, y su traslado fuera de Aguilar por razones
económicas, terminó en realidad el sueño de una marca acuñada en la villa con
esfuerzo y tesón durante décadas. Aunque
en el recuerdo quedaba todavía la referencia al viejo edificio de la fábrica,
aún en pie; que estos días, sin embargo, ha quedado borrada tras quedar
reducida a escombros su vieja edificación.
Por lo que es seguro que todos los aguilarenses de
una u otra manera, y por extensión todos los palentinos, hemos quedado un poco
más huérfanos todavía de nuestra famosa"Galleta María", tras llevársela de Aguilar y ahora que ya no está
en pie la vieja fábrica que la elaboraba para medio mundo. Menos mal que, por
fortuna, la tradición galletera sigue pujante en la localidad.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 26/03/2014)
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