Pues en
efecto, dos romerías, dos, son las que vamos a tener esta semana los palentinos
de la capital –pero abiertas también a la provincia e incluso más allá-, debido
a que este año el calendario se nos ha mostrado así de caprichoso.
Porque
resulta que, debido a la celebración de la Semana Santa en las fechas pasadas
de los días 17 y 18 de abril, la tradicional romería del “Pan y Quesillo” de la
capital, en el popular barrio del Cristo, ha tenido que encontrar su acomodo en
este próximo domingo 27. Pues para nada
se la quería posponer al primer domingo de mayo.
Y,
además, se va a dar la circunstancia de que vamos a celebrar antes la romería
de San Marcos en el Sotillo, este viernes 25 festividad de dicho santo, que la
de Santo Toribio, este domingo 27 como decimos.
Una
circunstancia un tanto atípica –aunque ya se haya dado también algún año más-,
porque lo habitual es que en el calendario de abril a estos efectos, primero se
lleve a cabo la romería del Pan y el Quesillo y posteriormente el 25 de abril,
la del Sotillo.
Pero el
escenario se nos presenta así este año y así habrá que aceptarlo. Así que los palentinos de la capital, sin
dejar de lado ni despojarnos casi del traje de romero, vamos a asistir en este
próximo fin de semana a dos romerías de una gran tradición, de profunda
vocación romera pudiera decirse.
Y si en una de ellas cruzaremos el puente de origen romano de Puentecillas para atravesar el Carrión y acceder al Sotillo, donde se ubica de manera ancestral la romería de San Marcos. En la otra, ascenderemos ladera arriba el cerro del Otero en el barrio capitalino del Cristo, para protagonizar esa secular pedrea del “Pan y el Quesillo” con destino a los cientos de palentinos allí congregados en torno a la ermita del Santo.
Que, según cuenta la leyenda, conmemora la
figura de Santo Toribio y el apedreamiento que sufrió por parte de los
palentinos al predicar contra la herejía priscilianista. Tras este suceso, la
ciudad experimentaría grandes inundaciones que fueron interpretadas como un
castigo divino, llevando a los habitantes a honrar al santo. Desde entonces, esta
tradicional pedrea viene a simbolizar aquel episodio histórico.
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