Cuando, en el tiempo que marca nuestro calendario,
acabamos de estrenar la semana pasada el verano, lo cierto y real es que
estamos aquí un tanto nerviosos y con la incertidumbre determinando nuestros
días en un constante sí pero no.
Y con un pie dispuesto para tomar el camino del
destino elegido para las vacaciones, y el otro preparado, listo, ya para
encaminarnos en cuestión de breves días hacia el colegio electoral de nuevo
para depositar nuestro voto y cumplir con nuestro derecho y nuestro deber de
ciudadanos.
Y es que el hecho de haberse convocado elecciones
generales para el próximo 23 de julio, en pleno verano, ha trastocado, y de qué
manera, todos los planes vacacionales habidos y por haber hasta para el más
pintado.
Porque, quién más quién menos tendría ya los períodos
de vacaciones marcados o apalabrados con los compañeros de trabajo, e incluso
hasta realizadas ya las correspondientes reservas o a punto de hacerlo;
encontrándose ahora de buenas a primeras con este “pastel” que tendrá que
resolver de la mejor manera posible.
Incluso seguir adelante con sus planes e ir solucionando sobre la marcha
lo que vaya surgiendo.
Porque claro, lo del voto lo puede solventar acudiendo
a la opción del “voto por correo” y seguir con los planes previstos. Pero le cabe la posibilidad de que en el
sorteo correspondiente sea elegido para ocupar una de las plazas de la mesa
electoral de turno el día de las votaciones.
Y muy bien se le tienen que dar las cosas, o las posibles excusas para
no poder estar ese día y a esa hora en ese lugar ser aceptadas por la autoridad
correspondiente; porque, de lo contrario, deberá ir pensando en otro período
diferente para las vacaciones.
Y claro, luego existen también otra serie de
ciudadanos que, necesariamente, van a ver trastocadas sus vacaciones; como son
las personas que se encargan de preparar toda la estructura organizativa de las
elecciones, tanto en el aspecto administrativo como en el de la infraestructura
material. Aparte, claro está, del
personal de las diferentes formaciones políticas que deberán estar al pie del
cañón por necesidades lógicas.
Verano atípico donde los haya, en definitiva.
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