Qué duda cabe que, aquí entre nosotros, en nuestro país y, por ende,
también en nuestra provincia, somos nosotros, los mortales, bastante cuidadores
de las tradiciones que congregan a gran cantidad de público –casi casi
multitudinarias en ocasiones, pero pacíficas, en buen plan-, y amantes en
estricta observancia de lo que se celebra en el momento; alejadas, por tanto,
de ese otro tipo de manifestaciones tan diferentes a las que estos últimos días
hemos tenido que asistir pasmados y soportado muy a nuestro pesar entre el
estupor y la rabia.
Porque -y haciendo un claro punto y aparte con lo anterior-, de honda
tradición deben calificarse esas grandes concentraciones de gente en todos
nuestros Camposantos el pasado primero de noviembre, con motivo de la
festividad de Todos los Santos. Con movimientos de personas de acá para allá
por diferentes lugares de nuestra geografía patria, incluso en los más
recónditos, al reencuentro con sus deudos ya fallecidos en una demostración de
recuerdo y cariño.
Es cierto que, a veces, en unos tiempos como estos, en algunos
acontecimientos nos movemos un poco por algún interés sobrevenido un tanto
espurio o adulterado; pero emocionaba –y mucho-, observar cómo durante todo el
día estos lugares se iban mostrando por momentos desbordados de personas que,
provistas de ramos de flores, centros, ramilletes o cualquier otro tipo de
conjunto floral, acudían al reencuentro de sus seres queridos ya difuntos y se
emocionaban.
Pero no ha de pasar demasiado tiempo para que de nuevo la tradición
entre en juego y, en esta ocasión en otro ambiente totalmente diferente,
vuelvan a llenarse nuestras calles y nuestros centros comerciales de un público
enfervorecido y ávido de compras, a pocos días ya de encarar las grandes
celebraciones navideñas; que este año y por una sola vez, pugnarán de nuevo por
ser las mejores de nuestras vidas, como también manda la tradición.
Y allá que nos iremos, quién más quién menos, dispuestos a ser unos más
de esas grandes masas de gente que corre de acá para allá en unas jornadas de
verdadero vértigo, a la caza de la mejor oportunidad para adquirir el regalo de
turno que salvaguarde la tradición en su estado más puro.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 06/11/2019)
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