Pero de pronto, cuando muchos no habrían llegado todavía a recoger las sombrillas y las sillas de playa...
Mientras en el tiempo, el que más y el que menos se irá lamiendo día a
día las heridas que le vaya dejando el diario acontecer; a su vez, cada uno de
nosotros conservará aún en su retina multitud de imágenes, seguramente amables
en la mayoría de los casos, que el recién finalizado verano nos fue dejando en
situaciones opuestas a las presentes en mil y un lugares diferentes.
Unos momentos donde todo a nuestro alrededor era luz y sol a raudales,
tiempo de playa, sombrilla y agua que refrescaba por encima de todo, de paseos
sin prisa a la luz de la luna, de terracita al lado del mismo mar en total
calma, de pantalón corto y camiseta de tirantes, de amaneceres tardíos y
anocheceres prolongados hasta bien entrada la madrugada. Cuando, en fin, la tranquilidad y la
despreocupación reinaba por doquier e imperaba por encima de todo, en un tiempo
que pasaba dejando su particular estela positiva.
Pero de pronto, cuando muchos no habrían llegado todavía a
recoger las sombrillas y las sillas de playa para dejarlas listas para la temporada
siguiente, ni proclamado el adiós de rigor al lugar, para a continuación cerrar
a cal y canto la casa de la playa; llegó de buenas a primeras –aunque algo se
había previsto ya, si bien no con tanta contundencia- el empeño malintencionado
de una súper “gota fría” cargada de maldad deliberada, y azotando con increíble
fuerza a medio país, dejando en especial en estos lugares de costa desolación y
calamidad a su paso, imposible de sobrellevar de repente por los habitantes del
lugar; y que impactó fuertemente en el resto.
Máxime, cuando hacía tan sólo unos días, muchos de nosotros pudimos
estar seguramente de veraneo por esos lugares, que lucían espectaculares y a
plena efectividad de mañana, tarde y noche; y que, ahora en un visto y no
visto, por la acción de esta desmedida y salida totalmente de madre “gota fría”
estacional, están sufriendo esta inmensa devastación en campos y ciudades que
hemos visto todos en imágenes increíbles, en un paisaje de contrastes que ni
imaginar podíamos.
Se nos encogía el corazón, mientras la pena nos embargaba en la
distancia, pensando en cómo podríamos ayudar desde aquí, y nos pusimos manos a
la obra aportando también nuestro granito de arena.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 25/09/2019)
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