Nuestra Semana Santa

Y donde la negrura de la noche, la luz de los faroles y los claroscuros, aportan al desfile un signo extra de religiosidad...

 

Desde hace unos cuantos días, venimos evocando de una o de otra manera la Semana Santa a través de una serie de actos que nos la están acercando tanto desde una manera plástica como religiosa.  Aunque, en esencia, habría que marcar la fecha del Pregón de la misma, como el auténtico “pistoletazo” de salida.  Al que le siguieron una serie de eventos enmarcados dentro del que se ha venido en llamar “Pórtico de la Semana Santa”, previo al verdadero inicio de la misma con la solemnidad del Domingo de Ramos, día especialmente alegre y lleno de optimismo.  Y que resulta ser muy querido por los palentinos, en especial por la grey infantil, que disfrutan viendo desfilar ante ellos a la popular “Borriquilla” en su Paso procesional.

 

Luego, en el ritual de las Procesiones se han ido sucediendo las mismas cada uno de los días, hasta llegar al que hoy nos encontramos, miércoles santo, que acogerá también las que le correspondan en la programación.  Y así sin solución de continuidad cada uno de los siguientes días hasta el Domingo de Resurrección; para dar cobertura y significado religioso a nuestra particular Semana Santa y a la declaración de la que goza, de “Interés Turístico Internacional”.

 

Procesiones que recorren cada uno de estos días nuestras calles a paso lento de cofrade y a ritmo de cornetas y tambores, o en completo silencio, pero haciendo sonar con gran maestría el popular “tararú”, en pleno recogimiento tanto de cofrades como de público en general.

 

Desfiles procesionales muy queridos y admirados por el gran público, gozando también algunos de ellos de la particularidad de desarrollarse en escenarios tan emblemáticos y de tanta riqueza paisajística para los palentinos y los que, asimismo, nos visitan, como son el cerro del Cristo del Otero y el marco del “Puentecillas”, que suman vistosidad y recogimiento extras al acto penitencial de que se trata.  Y donde la negrura de la noche, la luz de los faroles, los reflejos y los claroscuros que se producen en el camino, aportan al conjunto del desfile un signo extra de religiosidad y meditación que se nota en el ambiente y en el lento caminar de los cofrades.

 

 

(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 17/04/2019)