Y sobre todo, la oportunidad de reencontrarnos con lo nuestro...
Llegadas estas fechas y con la
mayoría del personal de regreso del tiempo vacacional y reubicados en sus
lugares y ocupaciones habituales, no serán pocos quienes en estos momentos del
retorno manifiesten –en ocasiones sólo para sus adentros-, aquello tan del
momento de… “hogar, dulce hogar”.
Y es que, en efecto, el
abandonar por unos días la rutina diaria, las consabidas calles y plazas y el
ambiente repetido obligado por las ocupaciones y actividades laborales de
ejecución cotidiana, a cambio de descansar unos días de todo esto lejos del
lugar usual de residencia, resulta hasta necesario y recomendable, se mire por
donde se mire. Eso está claro.
Pero cuando uno regresa a casa
–hogar, dulce hogar-, nota que recupera esa paz y tranquilidad de la misma, ese
volver a encontrarse con las cosas en su sitio en perfecto orden –aún dentro
del posible desorden personal-; ese volver a citarse con los amigos de siempre
al finalizar la semana para tomar unas cañas y tratar de arreglar el mundo con
sesudas teorías de fácil adopción por los gobernantes; ese volver a recorrer a
paso lento y saboreando cada uno de sus rincones, seguro que cargados de
imborrables recuerdos, nuestra Calle Mayor Principal, el parque del Salón o el
paseo junto al río, deleitándonos con su espectacular visión al caer la tarde y
con el sol ocultándose a lo lejos tras los árboles y la floresta que le
circunda.
O ese retomar el sábado de
buena mañana el paseo hasta nuestro monte para, a la vez que se realiza un
saludable ejercicio de beneficiosos efectos, llegados a su cima poder ensanchar
nuestros pulmones con el aire puro que el mismo nos ofrece con generosidad en
medio de una exultante vegetación, aparte de contemplar las estupendas vistas
que de la ciudad y sus alrededores se pueden observar desde tan privilegiada
posición.
Y algunos otros itinerarios
más; y ciertas citas culturales que ya nos están esperando; y las luces
especiales que pronto ornamentarán nuestras calles al caer la noche…
Y sobre todo, la oportunidad
de reencontrarnos con lo nuestro en su momento más querido, porque lo hemos ido
haciendo paso a paso y con infinita fe.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 05/09/2018)
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