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Apenas si nos hemos librado de un temporal de fatales consecuencias, y ya nos anuncian una nueva borrasca...
Dicen que, cuando las personas no saben muy bien de qué platicar o hablar
con sus semejantes en un momento determinado, echan mano del tiempo atmosférico
que hace y del que hará en las próximas horas o días; que siempre resulta un
argumento muy socorrido. Lo mismo ocurre
cuando se trata de salvar una situación de apuro, como puede ser, por ejemplo,
el viajar en un ascensor junto a alguien que no se conoce, donde las distancias
entre piso y piso se hacen interminables; entonces, para huir de la monotonía
del momento, en infinidad de ocasiones se echa mano del tiempo…
Pues bien, en este invierno, con las variantes tan grandes que el tiempo ha
pegado –y tan extremas, además-, ha habido tema más que suficiente para hablar
y platicar en tamañas situaciones, así como en otras parecidas que, sin duda,
se habrán presentado.
Y es que, a lo que se ve –y sobre todo se siente e incluso se padece-, el
invierno de este año, quiere pasar a los anales de la historia y sus
posteriores crónicas, como uno de los más fríos en mucho tiempo a la redonda.
Porque, cuál a cuál, están desfilando por delante de nosotros, día sí y día
también, todos y cada uno de los fenómenos atmosféricos que uno imaginarse
pueda –de los catalogados como tales e incluso de los no catalogados, al menos
en según qué lugares-, y sin tregua alguna que nos permita una cierta
recuperación para prepararnos para el siguiente envite.
Y así, ocurre que apenas si nos hemos librado,
sufriendo indefectiblemente sus secuelas, de un temporal de fatales
consecuencias y nos retiramos más o menos tranquilos a nuestros aposentos para
valorar los posibles estragos y recuperar fuerzas; y ya nos están anunciando a
renglón seguido los meteorólogos y los llamados “hombres y mujeres del tiempo”,
a través de los diferentes medios de comunicación, una nueva borrasca, más dura
si cabe que la anterior y de efectos mucho más graves... Así que el personal,
estaba que no sabía si salir de casa lo mínimo imprescindible, o quedarse en
ella la totalidad de las horas a hibernar por un tiempo a la espera de mejor ocasión.
Ah!, y en esto de los fenómenos atmosféricos adversos, parece que “don
invierno” no ha dicho aún la última palabra. Atentos, pues, a los pronósticos,
que aciertan...
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 15/02/2017)
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