Le quedan todavía días, y días con creces, a este verano que, recién
finalizado julio, enfila ahora el mes de agosto, veraniego por demás en todos
los aspectos. También en cuanto a ocio y en cuanto a merma de las actividades
laborales.
Y hablando de actividades laborales, por estas tierras, es pronunciar
agosto y, el que más y el que menos, o bien ha oído hablar de ello o lo ha
experimentado en primera persona y en cuerpo propio, que de inmediato lo
relaciona con la época de recolección de la cosecha de nuestros campos
cerealistas de Castilla, nuestras tierras de “pan llevar”, que dijera el poeta,
haciéndose perfecto eco de lo que sus ojos veían.
Tiempo el de aquel entonces, donde las faenas del campo ocupaban a todos
los de la casa durante todas las horas del día, de sol a sol en la práctica, e
incluso arañando horas a la madrugada para “acarrear” hasta la era la mies que
luego se trillaría durante toda la jornada, para terminar al finalizar la tarde
amontonándola en torno a la parva una vez convertida en grano y paja. Y así día tras día, sin darse pausa alguna
para el descanso. Aunque con esto no estaba todo finalizado, sino que luego
vendría el momento de separar el grano de la paja con aquellas viejas
beldadoras de antaño y la recogida del fruto final.
Todo ello, mucho antes de que, andando el tiempo, llegaran hasta nuestros
campos las modernas cosechadoras, que redujeron drásticamente a unos días tan
sólo el tiempo total de la recolección completa.
Pero de otra parte, serán también, estos de agosto, días de chapuzones en
el mar, la piscina, el pantano o el río, tratando de mitigar los calores de
este verano que parece no querer darnos tregua día tras día.
O, igualmente, días para conocer otros países, otras culturas u otros
espacios físicos, que complementen o amplíen nuestro conocimiento del mundo.
O días también para el descanso sin más al cobijo
de una buena sombra, saboreando los entresijos de un buen libro y alejados de
toda preocupación horaria. Rematando el día con un reconfortante paseo al
atardecer y una informal tertulia de amigos en alguna terraza callejera, frente
a una refrescante y apetitosa cerveza; devanando temas de actualidad
intrascendentes y banales, pero capaces de mantener vivo el interés de los contertulios hasta bien entrada la
madrugada. Y es que, en agosto, los horarios no parecen contar en el haber
general.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 5/08/2015)
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