Pues tras el artículo
de este miércoles pasado, 14 de enero, en “Diario Palentino”, hablando sobre la
historia de los 20 años de nuestra Tv. local. Y donde contaba mi participación en un
programa-magazine de la misma corriendo el año de gracia de 1996, con motivo de
haber sido el ganador del concurso sobre “Cartas de Amor” de aquella bendita y
sabrosa añada; tras sugerírmelo muchos de vosotros, aquí os “pego” el relato
ganador, mi carta de amor para aquel concurso, que presenté bajo el lema de
“Amor de adolescencia”. (Cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia...). Espero y deseo que os guste.
“Concurso
"Cartas de Amor".
LEMA: AMOR DE ADOLESCENCIA
Amor, mi dulce y sereno amor:
Hoy, cuando ya la distancia nos separa, pienso que de
manera irremediable, un buen puñado de kilómetros, y el destino ha querido en
su caprichoso proceder, que deba vivir alejado de ti, te escribo con agitada
emoción esta carta que me brota sincera de lo más profundo del corazón. Entiendo que te sorprendas muy mucho cuando, una vez asimilado el nombre del remitente, te decidas a abrir el sobre y a desplegar con prisa el par de cuartillas que guarda en su interior. ¡No es para menos, querida mía!.
Perdona antes de nada mi osadía por comenzar la carta en los términos que lo he hecho. Mi trabajo me ha costado. Sin contar, además, la cantidad de cuartillas que he emborronado antes hasta llegar a éstas que ahora sostienen tus bellas manos y acarician con delicadeza tus tiernos dedos.
Nunca hasta ahora te hice sabedora de mi amor por ti, porque pensé en principio que quizá no pudiera ser real, que aquello que sentía era sólo una especie de enamoramiento caprichoso y pueril de un alumno aún adolescente hacia su joven profesora a la que vé todos los días y admira por su gran capacidad para conocer y saber de todo. Pero con el tiempo, entendí que aquella sensación no era sin duda un capricho, sino que se trataba de una atracción irrefrenable hacia tí, mi amada y dulce profe de literatura, de quien me gustaba y quería todo.
Sufrí en silencio la tensión que me envolvía al no tener luego el valor suficiente para expresártelo de una manera clara, o contárselo a alguno de los compañeros, lo que me hubiera liberado en gran medida.
En la clase del Instituto, me coloqué en primera fila alegando no sé qué disculpa totalmente inventada y pasajera. Y cuando explicabas cada día la lección, mis ojos no se apartaban ni un solo momento de ti, siguiéndote en cualquier mínimo movimiento que emprendieras. Pero tú, ¡cómo lo ibas a adivinar!. Te mirábamos todos, como profesora nuestra que eras.
Me aprendía cada día de memoria la lección de literatura porque, ¡ni en eso te quería fallar!. Y esperaba con ansia que tu sensual boca pronunciara mi nombre y me llamaras para preguntarme cualquier cosa. Me sentía entonces feliz allí frente a tí, ignorando por completo a todos los demás compañeros y compañeras de clase.
Al principio, me conformaba con estas pequeñas cosas que me mantenían de alguna forma unido a tí. Y así iba pasando el tiempo. Yo deseando llegara pronto el próximo día para poder encontrarte allí frente a mí en tu mesa de profesora. Y tú, en cambio, ignorándolo todo y volcada enteramente en tu trabajo de profesora nuestra.
¿Recuerdas aquella ocasión en que me quedé el último en aquel examen final?. Todos los demás se habían ido hacía ya un buen rato, y yo seguía allí sentado, escribiendo sin ganas y con total distracción sobre aquellos papeles, mirándote siempre, sin que tú, que corregías en total concentración los ejercicios de los otros compañeros, te percataras de aquellas miradas tan atrevidas y constantes.
Aquel retraso en la entrega del examen, tenía un motivo claro, por supuesto, aprovechar aquellos momentos para decirte sin rodeos que me sentía locamente enamorado de ti y que estaba sufriendo en silencio por ello. Sí cariño, sí, aquel alumno que siempre veías en la primera fila de la clase, y que cada día llevaba aprendida de memoria la lección, estaba y lo sigue estando ahora, enamorado por entero de tí. Pero aquel día, el sonido inoportuno del timbre, que señalaba el final improrrogable de la hora de clase, me impidió declararme a tí, aunque pensé por algún momento coger por un instante tu suave y delicada mano al entregarte las hojas de examen. Mas he de confesarte, que no me atreví, al recorrer de súbito todo mi cuerpo un fuerte temblor que, incluso, hizo que me ruborizara de pronto y solamente acertara a decirte ¡adiós!, al abandonar la clase.
Luego, acabó el curso y te fuiste de inmediato a tu ciudad, de vacaciones con los tuyos. ¡Lo que hubiera dado entonces porque mi ciudad fuera la tuya!. Así, al menos, pudiéramos haber coincidido alguna vez en algún paseo y, hasta quizá me hubiera detenido ante ti con alguna disculpa inventada en aquel preciso momento. Y después de charlar durante algunos minutos, te hubiera invitado a compartir un tranquilo café en alguna cafetería cercana. O... tal vez ¿me hubieras invitado tú?... Y ¡quién sabe si en alguna de estas ocasiones no te hubiera abierto mi corazón de par en par y te lo hubiera contado todo!, con la consiguiente sorpresa por tu parte. O... acaso ¿la sorpresa no hubiera sido tan grande, quizá?.
Al comenzar el nuevo curso, supe con pena que te quedabas ya definitivamente en tu ciudad, y me desilusioné enormemente. Por eso esta carta que es a la vez un desahogo y un descanso para mí al dejar fluir libremente mis sentimientos. Que donde quiera que estés, te vaya siempre bien y bonito, y que sepas que en todo momento estarás en mi pensamiento, mi dulce profe de literatura, mi dulce amor imposible de adolescencia.
Tu alumno eternamente enamorado,”
Increíble Carta de Amor, de un Amor Adolescente, no me extraña que te dieran el primer premio, por qué, es extraordinariamente sensible y llega donde tiene que llegar, al fondo de un universo, llamado corazón sensible... Me ha encantado...¡¡Mis FELICITACIONES... José Javier!!
ResponderEliminarUn saludo, Mía
Muchas gracias, Mia, por tus palabras. Esto fue lo que se me ocurrió en aquel tiempo (años ha ya), con motivo de aquel concurso que había aquí en Palencia por San Valentín. La verdad que me hizo mucha ilusión el premio y el acto de entrega del mismo fue muy bonito. Recuerdo todavía aquel momento en la Sala de Fiestas de "La Ribera" aquella noche... Un saludo.
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