Ahora que estamos en la era de las comunicaciones por doquier y que éstas
van a una velocidad de vértigo, donde prácticamente medio mundo puede estar
informado al minuto –incluso al segundo, en ocasiones-, de lo que hace o le
pasa al otro medio; ahora, cuando disponemos de tantas alternativas para poder
elegir en un determinado momento sobre un aspecto en concreto; ahora parece
querer instalarse el otoño en nuestras vidas –ahora parece que ya sí-.
Y, sin más, aparece frente a nosotros, nos muestra su descarnada “patita”,
se nos estabiliza y se nos instala con toda la parsimonia del mundo en medio
del cotarro que tenemos montado por estos lares –que no es moco de pavo
precisamente-, para quedarse entre nosotros durante una larga temporada.
Y nosotros aquí, sin poder hacer nada más que abrigarnos un poco más, echar
otro tronco de leña más a la estufa y tratar de aguantar el chaparrón de la
mejor manera posible.
Aunque si bien, y a fuer de ser exactos, ocurra en este ínterin que la
situación nos tenga por momentos un tanto confundidos porque, aunque parezca
que es que sí, resulta que es que no.
Porque de un día para otro se nos cuela por popa y a babor un
vientecillo suave cargado de unas temperaturas súper agradables para la época
del año en la que nos encontramos, que nos asesta un vuelco total en el
ambiente.
A este respecto, apuntan los más viejos de estos lugares, quienes cada vez
van siendo muchos más en número y en achaques de salud reconocidos, que la cosa
esta de la meteorología más llevadera por estas fechas, tiene que ver mucho con
el fenómeno que se conoce como “veranillo de noviembre” o “veranillo del
membrillo”, cuya recolección se produce justo en este tiempo que ronda la
festividad de San Andrés –el 30 de noviembre, fiesta grande, por cierto, en la
localidad palentina de Quintanilla de Onsoña que le tiene como patrono-, y
nunca más allá, como así lo reconoce el refrán: “Veranillo del membrillo, por
San Andrés concluido”. Porque sin duda que el otoño mondo y lirondo, en
estado puro, llegará con sus efectos ya conocidos.
Para, a continuación, convertirse en tiempo
de invierno –crudo y duro como le viene
siendo habitual por estas tierras-, andando los días y allá hacia el 21 de
diciembre. A la vuelta de la esquina como aquel que dice.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 26/11/2014)
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