La escuela de aquel ayer un tanto lejano ya, pero seguro que feliz para
todos nosotros en aquel entonces, nuestra vieja escuela de Velillas del Duque
que, a pesar de los años, sigue todavía en pie; aunque ahora, sacudida también
por el signo de los tiempos, reformada y convertida en cómodo y agradable
Teleclub, nos volvió a acoger hace unos días a un grupo de antiguos usuarios e
inquilinos de la misma cuando, como escolares que éramos, a ella acudíamos día tras día para recibir la enseñanza y la
formación propias de la edad.
Pero en esta ocasión, el motivo que nos convocaba en tan emblemático lugar,
pasados un buen “pellizco” de años, era el cumplir casi con una obligación
adquirida en aquel período de tiempo, y realizar un merecido y emotivo homenaje
a nuestra maestra de aquel entonces.
Así que surgida la idea y buscada la fecha, fue fácil conseguir el sí de
muchos de los que formáramos aquel particular plantel de alumnos aventajados a
nuestro tiempo, en el marco de aquellos años 60 de feliz recuerdo.
El día amaneció radiante y pleno de sol, como queriendo contribuir al acto
aportando su granito de arena, porque la parte principal la pusimos quienes nos
citamos en Velillas del Duque con un motivo tan fascinante como sugestivo.
La emoción por el reencuentro después de tantos años recorría el ambiente
del pueblo desde primera hora del día y se palpaba tras cada esquina. Subiendo
el tono, particularmente, en el momento de la ceremonia religiosa, tanto por el
marco que nos acogía –referente en tantos y tantos acontecimientos del pasado,
unos alegres y otros tristes al igual que la vida-, como por las palabras que
se escucharon en su interior llenas de emotividad y afecto.
Y hasta creímos intuir que, en el exterior, los pájaros que revoloteaban en
torno a la torre de la iglesia, lo hacían con más vigor y se esforzaban un
tanto en sus cantos mañaneros.
Al igual que sucedería luego cuando, tras el
pequeño paseo por el pueblo recordando cada uno de sus rincones y erizada la
piel por la emoción, los próximos minutos fueron de confraternización en el
recinto de la propia escuela en torno a un vino español, donde el recuerdo se
desbordó ya en infinidad de anécdotas de un ayer lejano. La comida posterior,
que discurriría en parecidos términos, y donde a los
postres se volvieron a escuchar sentidas palabras de agradecimiento hacia
nuestra maestra, puso punto y final a este encuentro de feliz evocación.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 11/06/2014)
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