Después de un adverso y triste martes y trece, aunque si bien, el
verdaderamente aciago y desventurado fuese su vecino e inmediato anterior,
lunes doce, por aquello del terrible y vil asesinato en la persona de la que
fuera presidenta de la Diputación Provincial de León; llegó el jueves quince y
las tornas parecieron cambiar de pronto por mor de la celebración de la
festividad de San Isidro Labrador, patrono de los agricultores y gentes del
campo en general.
Y así en la práctica totalidad de nuestros núcleos rurales, pero sobre todo
en aquellos que le tienen como patrón y al que invocan cada año por estas
fechas con una fe y una fuerza especial, demandando un campo sano y fértil, los
festejos programados a tal fin dieron paso a la alegría por unos días o por
unas horas, al menos; que la pena es de cada cual y viene y va.
Claro que, con una espinita clavada y una petición más para el Santo: agua
con generosidad para estas tierras en estas fechas, ya que la mayoría de los
campos parece que adolecen en estos momentos de ese líquido elemento y andan un
tanto sedientos agotando las reservas del subsuelo, y con una perspectiva
bastante floja en cuanto a un aporte supletorio con los habituales riegos de
estos meses, pues las reservas hídricas no es que anden tampoco demasiado
boyantes.
Por eso, durante esos días de fiesta, y algunos más que te rondaré morena,
entre juego y juego de los propios del lugar, o entre baile y baile, se
escapaba una miradita al cielo por si la presencia de la lluvia podía intuirse
próxima y el Santo obraba un nuevo milagro.
Que así lo demandó en su plática el cura del lugar en misa mayor, minutos
antes de organizarse la tradicional y solemne procesión, con danzantes
incluidos, por las principales calles del pueblo y algún campo limítrofe, que
recibiría de manos del sacerdote la oportuna bendición al pie mismo del
cultivo, con una pretensión generalista y por extensión para el resto de los
sembrados de los alrededores, tanto los próximos como los más lejanos.
Así que, llegados a este punto y tras el final de
los festejos en honor de este Santo tan querido, habiendo vuelto ya cada
mochuelo a su olivo, las buenas gentes del campo confían en su intercesión para
que llegue pronto esa lluvia tan implorada estos días.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 21/05/2014)
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