Aunque la inusitada furia de estos días de nuestro mar Cantábrico –mar de
referencia de Castilla-, no haya llegado, por razones obvias, hasta estas
tierras altas de la península, no por ello no hemos tenido que soportar también
por aquí buena parte de los embates de la casi continuada procesión de
temporales que nos han visitado durante buena parte de los días que llevamos
del mes de febrero y últimas fechas de enero.
Que conociendo, padeciendo y soportando, en suma, su contundente acción, su
máxima parecía ser única un día sí y otro también; pues no habían acabado de
retirarse los últimos estertores de la borrasca anterior y, sin apenas tregua
para la reparación de los daños y la recuperación, tanto física como emocional
del personal, los meteorólogos nos estaban anunciando ya el siguiente temporal;
y de mayor crudeza si cabe. Y tras éste un tercero, y un cuarto… Un suma y
sigue interminable de ciclogénesis explosivas y tormentas perfectas barriendo la
práctica totalidad de la península, con sus fuertes rachas de viento, sus
intensas lluvias, sus copiosas nevadas y sus gigantescas olas en la costa.
Así que, a la vista de lo cual, uno sintió de pronto la necesidad de
conocer algo más sobre el particular y tomó asiento frente al ordenador,
moviendo de acá para allá algunos pequeños contactos (llámense buscadores o
webs de referencia) tratando de conocer los motivos y las razones, así como
alguna que otra información más sobre tales temporales y borrascas. Y lo que
resultó de entrada fue que toda esta serie de fenómenos atmosféricos aparecían
“bautizados” con nombres femeninos todos ellos, tales como “Qumaira”, “Ruth”,
“Stephanie”…; “pura casualidad seguramente”, decía la información.
Y claro, hablando en estos términos tampoco habría
que olvidar que estamos en febrero, mes que arrastra consigo el “sambenito” de
ser conocido como “febrerillo loco”. Así que quizá habría que achacarle su
parte mala de la situación a esta tradición atmosférica que le viene caracterizando,
hecha realidad en estas últimas fechas, aunque de una manera bastante drástica
y destructiva. Y, además, pareciendo querer enquistarse y quedarse entre
nosotros con unas condiciones tan contundentes. O sea, que así quedamos a la
espera de una mejoría en toda regla, que nos marque el camino de
una incipiente y temprana primavera. Que esto último se lleve a cabo pronto,
claro está.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 19/02/2014)
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