Es este
tiempo de otoño, momento de un cierto trajín interno en cualquiera de nuestros
huertos más o menos próximos, bien sean urbanos, periurbanos, públicos,
privados, educativos, terapéuticos…, habida cuenta de que venimos de una
estación, el verano, en la que los mismos nos han estado proporcionando en
grado máximo los diferentes productos hortícolas previamente plantados.
Y ahora,
con el final de aquel y la llegada del otoño, es el tiempo de arrancar las matas
ya secas y sin fruto de las diferentes especies, dejando la tierra libre y
expedita para los próximos trabajos de laboreo a ejecutar sobre ella,
quedándola a punto para un nuevo ciclo productivo, previos sus correspondientes
tratamientos, con abonos naturales por ejemplo.
Siendo
ahí, precisamente, cuando interviene en el juego esta herramienta de gran
utilidad en los huertos, como es el carretillo. Porque es ahora cuando entra en
funcionamiento con mayor profusión este utensilio de trabajo tan útil para el
pequeño transporte interior de todo tipo de materias, hortalizas y frutos
recolectados, ramajes, maleza, abono, etc., etc.
Y es
justo en estos días, cuando se puede ver –si hablamos de un gran espacio de
terreno donde se asientan varios huertos públicos, por ejemplo-, cómo cada jornada se produce este tráfico
persistente de carretillos de acá para allá transportando los más variados
elementos o materiales de entre los antes relacionados; hasta el punto de que
en alguna ocasión puede ser necesario en algún cruce de caminos un ceder el
paso al que viene por la senda principal; esto como chascarrillo evidentemente;
sólo para tratar de demostrar este ajetreo en el continuo laboreo del trozo de
huerto asignado a cada cual para dejarlo listo para las labores de plantación
próximas.
Momentos
subsiguientes habrá en los que la circulación de los carretillos por las sendas
del interior de los huertos mermará ostensiblemente. Y ello hasta que la
necesidad de nuevos trabajos en los mismos haga inevitable el uso del carretillo
de una manera clara y los vuelva a poner en valor.
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