Un mes de
septiembre que bien hubiésemos querido se hubiese desarrollado de otra forma
bien diferente; con su vida de relación habitual y ordinaria, su prosperidad
económica avanzando, su tiempo para el trabajo y para la diversión sin
cortapisas, sus fiestas patronales y sus romerías votivas y cercanas y en olor
de multitudes. Y no con estas “no fiestas” que, en lugar de las originales, se
han ido programando con la mejor de las voluntades, y prodigando por doquier de
una manera paralela. Aunque no hayan
faltado quienes, a su abrigo, se hayan saltado todas las normas de restricción
y seguridad pactadas.
Y a
consecuencia de ello, estemos sufriendo ahora en buena medida una serie de rebrotes
del virus en diferentes escenarios, que nos han conducido al establecimiento de
una serie de medidas restrictivas aquí en Palencia.
Así las
cosas, no se augura un otoño tranquilo y sereno en nuestra vida ordinaria;
porque sobre nuestras cabezas, en cada uno de los pasos que ejecutemos, penderá
esa constante espada de Damocles del virus, que nos obligará a actuar de una
manera diferente a la que debiera ser la habitual.
Y claro,
tampoco el de su inmediato seguidor, el invierno donde, además, nos encontraremos
con los agravantes de los catarros, los fríos y las gripes típicas de esta
estación, que complicarán la situación.
Un negro
panorama, en fin, que dejaría de serlo en parte si, todos y cada uno de
nosotros, cumpliésemos a rajatabla las normas establecidas para frenar al
virus. Y, desde luego, si se nos
anunciase de una manera inequívoca la llegada de la correspondiente vacuna.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 30/09/2020)
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