miércoles, 28 de noviembre de 2018

Despierta la ciudad

Foto (Internet)

El resto de la ciudad no tardará mucho en despertarse.  


En estos días, insisten una y otra vez los árboles de nuestra ciudad en su acción entre alevosa y trufada de clara nocturnidad, arrojando sin piedad hojas y más hojas al suelo cada noche; en especial estas últimas jornadas, en las que la lluvia y el viento hicieron su trabajo a condición y, a modo de palanca transmisora, provocaron que aquéllas fuesen cayendo por cientos; inundando de esa guisa aceras y paseos de parques y alamedas, que quedaron cubiertos de un particular manto alfombrado de llamativo colorido.


Con el que se toparán de pronto aquellos ciudadanos que salgan temprano a la calle camino de sus quehaceres mañaneros.  Y es que el servicio municipal de limpieza aún no habrá tenido tiempo de intervenir en toda su extensión y, además, llovía sobre mojado –nunca mejor dicho-; habida cuenta de que en estas fechas se sienten realmente desbordados y apenas si han dejado limpia una determinada parte de la ciudad, que a la mañana siguiente vuelven a encontrarla casi como el día anterior.
 

Son los signos del otoño que, entre triste y melancólico, nos va marcando de alguna manera el día a día de nuestro calendario social e incluso biológico particular.
 

Mas, en estos amaneceres últimos, no será lo anterior lo único con lo que se encuentren de pronto estos sufridos ciudadanos, que serán también, por el contrario, los más aventajados en ir escudriñando las primeras luces del amanecer y la magia de ver salir de entre la oscuridad, haciéndose presentes, los edificios de la ciudad unos tras otros; las casas y las iglesias, las torres y los campanarios; los perfiles elevados de los montes y los pequeños altozanos, los árboles en línea vertical al mismo cielo y las personas con las que, ora sí y ora también, se encontrarán en su camino.
 

Entretanto, al atravesar el parque, con las primeras luces del alba ha comenzado ya el concierto mañanero –casi griterío chillón e incontrolado-, de cientos de pájaros –estorninos de paso hacia otros lugares más cálidos, en su mayoría-, que en cuestión de minutos abandonarán el lugar en acrobáticas bandadas en busca de su sustento diario.
 

El resto de la ciudad no tardará mucho en despertarse.  
 
 
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 28/11/2018)
 
   

 

 

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