Tiempo de vuelta, pues, a los viejos y a los nuevos problemas que el día a día nos ha colocado en el camino
Pues así como el que no
quiere la cosa –o puede que en algún caso sí que se quisiera, vaya usted a
saber-, pasaron ya las fiestas de Navidad, con todo su brillo y colorido
espectacular y único tocando a su final.
Y con un cierto grado de tranquilidad añadida en el ambiente; habida
cuenta, claro está, de que en esos días los espíritus y las mentes parecen
tornarse diferentes, se toman un respiro en sus quehaceres y ocupaciones
habituales, a la par que los cuerpos se relajan, “huyendo del mundanal ruido y
siguiendo la escondida senda…”, que dijera el poeta.
Tiempo de vuelta, pues, a los viejos y a los nuevos problemas que el día a día nos ha colocado en el camino. Y a toparnos con la cruda realidad, que siempre parece mostrarse tozuda en extremo. Y que muchas veces hasta pasea por nuestra Calle Mayor disfrazada de mil formas diferentes, lo que la hace irreconocible a ojos vista.
Pero tiempo de vuelta
también para encarar nuevos retos personales, materializados en pequeñas metas
que se van consiguiendo, con el correspondiente orgullo personal; para, a
continuación, ir marcándote otras diferentes con la misma perspectiva de éxito
personal; que si no llegara a producirse en su totalidad, fácilmente se
entendería que no fue por no intentarlo, y que las circunstancias negativas y
el contexto en el que se desenvolvieron frustraron la celebración final. Para otra ocasión será, gritarán en su
interior las personas llamadas a su ejecución.
Y tiempo de vuelta también
para volver a organizarse cada cual en torno a una cierta normalidad en la
sucesión de los acontecimientos y que estos fluyan con una clara
regularidad.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 10/01/2018)
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