Una provincia tan rica en tradición folclórica, como es la nuestra, se mire
por donde se mire y nos detengamos en el punto que nos detengamos de la misma
–eso sí, para observar cómo danzan nuestros danzantes-, no podía, bajo ningún
concepto, dejar al libre albedrío de cada cual –sinónimo de desaparición
llegado un tiempo-, y que se perdiesen en la noche de los tiempos o en el
“limbo de los justos”, esto es, en el olvido más absoluto, tales
manifestaciones folclóricas; no sería de recibo que esto hubiese ocurrido.
No ha sido así, efectiva y afortunadamente, porque todo este legado
cultural de primerísimo orden ha sido objeto de estudio y conservación por las
sucesivas generaciones que tomaron contacto con él y supieron valorarlo en su
justa medida, atesorándolo en lo más íntimo de cada cual; especialmente en el
alma de nuestros danzantes, piezas clave de este patrimonio inmaterial de
nuestra provincia.
Debemos alegrarnos, pues, de que esta manifestación cultural permanezca
entre nosotros de una forma tan vigorosa y de que nuestra primera Institución
provincial, a través de la Escuela Provincial de Folclore, Música y Danza
Tradicional, haya puesto en marcha una serie de clases de formación en danza
tradicional en diferentes municipios de la provincia –aquellos que así lo han
solicitado-, alcanzando este año la tercera edición de la actividad. Lo que
contribuirá, sin duda, a que este valioso acervo cultural de nuestra provincia
se revalorice y no se pierda.
Simultáneamente, y con el fin de poner en valor y
acercar aún más a la población en general este importantísimo bien cultural del
que dispone nuestra provincia, se ha instalado en el Centro Cultural Provincial
una exposición con un notable número de piezas, que van desde instrumentos
musicales a documentos relacionados con esta temática, ropas y trajes de uso
por parte de los danzantes y fotografías con ellos relacionadas, pero con
retrospectiva incluida: actuales y del pasado; formando un conjunto de muy
aconsejable visita, donde de pronto uno parece encontrarse en la plaza mayor de
uno cualquiera de nuestros pueblos observando las exhibiciones del grupo de
danzantes de la localidad, que van evolucionando al ritmo que marcan la
dulzaina y el tambor.
Como si el tiempo no hubiese pasado apenas…
(Publicado en el Periódico Local "Diario Palentino" el 18/03/2015)
Estupendo tema te ha tocado hoy Javier, una razón importante, para que no pase desapercibida esta formación cultural, de la capital y provincia.
ResponderEliminarUn tema de índole superior, que hay que vivirlo en la piel de los danzantes, dulzainos y tamboriles, con sus castañuelas, en algunas formaciones, que les da otro aire y diferente ritmo.
He podido estar en contacto hace unos años con un grupo de la capital, he ido por ahí, acompañando al Grupo de Danza "El Reino de Castilla", a algunos pueblos y aquí en la capital, en la víspera de Reyes, cuando han cantado la Nana "Ea.. Ea" al niño Jesús.
Los trajes son muy elaborados, así cómo su forma de llevarlos y conjugar sus atractivos personales, además, de saberlos llevar y conservar.
Está muy bien, les den su lugar en la Danza y Tradición Folclórica, es de merecer...
Un abrazo, Mía
Gracias por tus palabras, Mía. Recogen perfectamente ese mundo que tú tan bien conoces por lo que cuentas en el comentario. Todo esfuerzo para que no se pierda esa tradición y siga en el gusto y el quehacer de nuestro pueblo, será bienvenida y deberá gozar de la ayuda de las Instituciones, haciendo que ese aspecto de la cultura popular se ponga en valor de una manera clara y efectiva. Un abrazo.
EliminarEs importante estar apoyando estas tradiciones tan bonitas y alegres.
ResponderEliminarGracias.
Desde luego que es importante apyar estas tradiciones para lograr que nos sobrevivan en perfectas condiciones. Gracias por acercarte a mi Blog.
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