Todo terminó de pronto hace unas
horas. En concreto, cuando nuestros
relojes marcaban las 12:00 de la noche de este primer lunes septembrino. Y fue tras la traca de fin de fiesta cuando,
palpándonos los bolsillos en un gesto de simple y rutinaria comprobación,
supimos por aquí que los palentinos habíamos conseguido sobrevivir a las
festividades patronales de este 2013.
Días festivos, por otro lado, que
pasaron frente a nosotros entre calmados y masivos paseos cargados de claros
aires de fiesta y “pateando” la ciudad de acá para allá, más las consabidas pausas
para tratar de observar a su paso éste o aquel espectáculo de calle y comentar
con familiares, amigos y conocidos estos y otros pormenores.
O entre abundantes y repetidos ecos
musicales que nos llegaban por los cuatro costados, bien recordándonos conocidas
melodías festivas de ida y vuelta, calle arriba y calle abajo; o al calor de
uno u otro concierto de un estilo concreto de música, ya anunciado con
profusión, que conseguirían concitar y encandilar, en su caso, a un público
fiel y entregado con su causa.
O también, entre “naufragios” más o menos adivinados, pero
incruentos y graciosos a un tiempo en nuestro río capitalino de cabecera; que
también fue punto de atención festiva en varios momentos más.
Y así, entre acto y acto festivo,
la gente de aquí y de allá llenó a rebosar tanto nuestra Calle Principal, como
nuestra Plaza más céntrica o nuestro Parque por excelencia. Y todo, con el convencimiento más o menos
general de que pudo haber mucho más y estar mucho mejor, pero que por las
circunstancias y demás condiciones esto que pasó fue lo que al final hubo y lo
que la gente trató de disfrutar.
J.J.T.
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