miércoles, 27 de agosto de 2014

SAN ANTOLÍN Y NUESTRO HIMNO


Aunque ya se conocía desde hacía algún tiempo el cartel anunciador de las próximas fiestas de San Antolín y nos habíamos quedado en la retina con la imagen fotográfica del mismo, no ha sido hasta hace unos días cuando ha entrado en planchas en la imprenta y se han realizado las suficientes copias para su distribución por toda la ciudad, anunciando a propios y visitantes el feliz acontecimiento de los próximos días para los palentinos: nuestras fiestas patronales de San Antolín de este año 2014.

Y a partir de ahí, anunciado el evento a los cuatro puntos cardinales como lo está, con todos los preparativos ya ultimados y el personal esperando con ansias contenidas el momento de lanzarse a las horas de jarana sin parar, comenzarán a desarrollarse, paso a paso y uno tras otro, el conjunto de los actos programados por nuestro Consistorio para conmemorar tan magno evento capitalino.

Así que aquí estamos, al filo del mes de agosto, con los últimos calores del verano mezclándose con una cierta insistencia ya con los aires fríos del norte, a un día tan solo de que se inicien oficialmente nuestras fiestas patronales con ese pregón popular desde el balcón consistorial, y esa invitación a la alegría y a la diversión a raudales por calles y plazas, tras lanzarse el famoso cohetón anunciador del lance festivo.

Todo a pedir de boca, y con la música de las charangas incitando e invitando por igual a la alegría desde ese preciso momento y sin solución de continuidad durante los 6 días siguientes, porque es ¡San Antolín!.

Pero con un olvido en el Programa, según mi modesto entender, que parece ninguna Comisión de Festejos ha creído oportuno incluir en el mismo, pues de lo contrario lo hubiese hecho, ya que no resulta de ningún calado económico, mas sí entrañable y emotivo. Ya que se trataría de cerrar el acto del pregón popular en la Plaza Mayor con el “Himno a Palencia”, cantado por todos los palentinos allí concentrados, en una sola voz, fuerte y sentida, que sobrepasase el entorno de la Plaza y se escuchase mucho más allá...
 
Sí, ya sé que el día anterior, al final del Pregón Literario en nuestro Teatro Principal, se interpreta el Himno acompañados por la Banda de Música; pero al aire libre y con “medio” Palencia congregado en la Plaza, seguro que sonaría enormemente espectacular y pondría la piel de gallina a más de uno. ¿Alguien acepta el reto para el año próximo, si no fuera posible hacerlo en este 2014?. 
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 27/08/2014)
 

miércoles, 20 de agosto de 2014

PORQUE ES VERANO


Es verano y hace calor por aquí y por allá.  Una “jartá” de calor, en según qué lugares, que dirían por el Sur; o calor para dar y tomar, que también se dice en otros lugares. De entrada, una verdad como un templo, que diría un castizo de por estas tierras; o también, una verdad de Perogrullo, que se diría en plan más finolis.

Pero no es menos cierto que el tiempo en estas fechas, y el calor en concreto -que es lo que se lleva en estos días-, resulta ser muchas veces un tema socorrido que se cuela en casi todas las conversaciones en multitud de momentos. Incluso los informativos de televisión y radio acuden a él ocupando algunos de sus minutos con claras referencias hacia él, cuando quizá les falten temas en el día para rellenar los tiempos a la información dedicados.

Es verano y hace calor; en unos lugares más que en otros, evidentemente. Pero calor a fin de cuentas, con un sol de justicia que agosta los campos, dispuestos ya para la cosecha; y no digamos ya los secarrales y montes de la periferia, donde muchos de ellos pueden llegar a arder como una tea con apenas una pequeña ayuda del exterior sobrevenida de una forma casual o por una acción inapropiada de la mano del hombre.

Es verano y hace calor; lo que provoca, gratamente, que todas nuestras playas y litorales costeros se encuentren repletos –a tope incluso- de turistas, tanto nacionales como extranjeros, que nos dejan en todos estos lugares unos muy buenos dineros. Ayudando de esta manera a mejorar nuestra balanza de pagos y nuestro producto interior bruto, bastante negativa en nuestra contra la primera, y un tanto mermado el segundo, en estos últimos años, como todos sabemos.

Es verano y hace calor; también en Palencia, claro está.  Pero quizá por ello, resulta gratificante que cada día, al caer la tarde y cuando el astro rey ya ha perdido su fuerza, la ciudad se convierta en una especie de remanso de paz y tranquilidad, abierta al paseo sosegado y a la charla entre amigos en el marco de cualquiera de las terrazas con las que uno puede encontrarse a pie de calle en ese caminar por la ciudad, aprovechando esa bonanza climática que el tiempo de verano propicia.
 
Y todo ello, porque es verano y hace calor por aquí y por allá, aunque bien sabemos que en unos lugares mucho más que en otros. Lo que está muy bien porque, en otro caso, sería todo muy aburrido...

(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 20/08/2014)

viernes, 15 de agosto de 2014

VIVENCIA VERANIEGA


Caía la tarde de verano en pleno campo de la Comarca de la Vega Baja alicantina, toda ella regada por el sin par río Segura, en medio de una espesura de cultivos que iban turnándose en cada tramo del camino ora un campo de limones, ora de naranjos, más allá unas cuantas fincas con viñedo, a continuación una sucesión de higueras…, junto a un buen número de casas diseminadas en medio de este paisaje de cultivos; cuando llegábamos a lo que pudiéramos calificar como una especie de oasis de verdor casi único en medio de estos campos ya descritos.

En el conjunto de este refugio verde brotaban las fuentes a cada paso, los jardines y los paseos poblados de las más diversas especies arbóreas se nos mostraban por doquier. Y en medio de todo este vergel, una serie de construcciones de baja altura, diseñadas en su conjunto en un claro estilo árabe del pasado. Abiertas todas ellas en una serie de estancias bellamente decoradas y con acceso a pequeños patios interiores, donde el único sonido que se escuchaba era el del agua que brotaba sin cesar de sus fuentes...

Habíamos llegado a la Tetería de “Carmen del Campillo”, un bello conjunto de ocio ubicado en pleno campo y regentado por una familia de procedencia morisca que se encargaba de atender a la clientela que no cesaba de llegar al lugar.

El silencio y la paz que se respiraban en todo el recinto eran rotos solamente por el rumor de las conversaciones de los clientes del local, que se entremezclaban con el continuo murmullo del agua de las fuentes en su continuo fluir y fluir, y algún pájaro que otro que no cesaba de saltar de árbol en árbol regalándonos su alegre canto de recogida.

En un lugar así de ambientado, la degustación de una amplia gama de sus tés, acompañados de unas apetitosas pastas árabes, era obligada; y así lo hicimos el grupo de amigos que compartíamos juntos el declinar de la tarde en tan espectacular marco.

La charla amena y desenfadada sobre los más variados temas, hizo el resto; haciendo que la tarde-noche de aquel día de verano se nos fuese de entre las manos, sin apenas percatarnos de cómo pasaba el tiempo a nuestro alrededor en medio del marco que nos envolvía, un verdadero vergel en pleno campo.
 
Con el regusto todavía dulce y aromatizado del té en nuestro paladar, abandonamos, no sin cierta pena, la tetería antes descrita avanzada la noche, prometiéndonos regresar en alguna ocasión más. 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 13/08/2014)

viernes, 8 de agosto de 2014

LLAMADA "A HUEBRA"


De un tiempo a esta parte, o sea, de unos años para acá, en una unidad de tiempo fácilmente medible para todos nosotros, ha irrumpido con fuerza en nuestro vocabulario coloquial y de a diario, una palabra de nuestro diccionario un tanto en desuso ya, al igual que la actividad a la que con la misma se hace mención.

Lo que ha hecho que muchos de nosotros hayamos tenido que recurrir a ese libro de referencia donde se compilan alfabéticamente, con su significado más correcto, todos y cada uno de los vocablos de nuestro idioma.

Esta palabra no es otra que “huebra”. A la que el diccionario refiere como “espacio o tierra de labor que en un día puede arar una yunta o una pareja de bueyes”, y también “par de mulas y mozo que se alquilan para trabajar en un día entero”. Si bien, en nuestros pueblos castellanos se la conoce también como “la prestación del trabajo de una persona de cada casa en beneficio de la Comunidad vecinal”. 

Esto es, la prestación de un trabajo gratuito y “obligatorio” por parte de todos los vecinos del pueblo, cara a alguna necesidad pública y para el bien general. Una tradición o costumbre que, con el paso del tiempo se fue perdiendo hasta llegar prácticamente a desaparecer; por lo que muchos de nosotros, quizá, no la hemos llegado a conocer.

Y de ahí la necesidad de conocer su significado, siquiera por curiosidad…, ahora que nuestra Diputación Provincial en concreto, lleva unos años convocando subvenciones para su proyecto “A Huebra”, destinadas justo a los pequeños municipios de nuestra provincia que quieran realizar determinados tipos de obras en su territorio de esta manera, tratando de fomentar así la colaboración entre los vecinos.

Una iniciativa curiosa si se quiere, olvidada en gran medida en muchos lugares, y que busca que todo un pueblo se involucre en la realización de pequeños trabajos que no requieren grandes realizaciones técnicas pero que, al final, mejoran el espacio físico en el que se desenvuelve su vida de ordinario.
 
Trabajos que abarcarán desde la limpieza de un arroyo o un manantial, a la reparación de alguna calle o acera del municipio, pasando por la limpieza y puesta a punto de algún pilón o abrevadero…, por citar sólo algunas de estas actividades.
 
Pero hay otra curiosidad más, y es que, tiempo atrás, este ir de huebra, según cuentan los más viejos del lugar, se anunciaba con el oportuno toque de campana, que era bien conocido por todos.
 
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 06/08/2014)
 

viernes, 1 de agosto de 2014

¡A LA PLAYA!, EN TREN DE LUJO


Hubo un tiempo, cuando esto del turismo no estaba tan extendido y tan masificado y generalizado, en el que, para los habitantes de tierra adentro, como somos los palentinos, el poder acercarse un día de verano hasta las playas de Cantabria para pasar la jornada de una forma diferente, en contacto con el agua y la arena en concreto, pensando sobre todo en los más pequeños de la casa, podía resultar toda una odisea.  Sobre todo porque los medios de transporte no eran los que son actualmente y las carreteras que nos comunican con la capital cántabra dejaban mucho que desear en cuanto a seguridad y tiempo de conducción entre ambas capitales.

Aún así, eran muchos los palentinos que, pertrechados con los útiles de playa y añadiendo a ellos los cacharros o enseres con las viandas para la jornada, se embarcaban en la casi aventura y emprendían el viaje hasta la playa: en tren, en coche, en autobús…

Si a todo ello, le añadimos un inconveniente más, que podía sobrevenir cuando ante la falta de poder conocer con antelación si el sol iba a brillar con todo su esplendor y, llegados a la ciudad, resultaba que no era día de playa, por lo oscuro y gris del cielo y la intermitente lluvia, el cargar todo el día con los trastos, si se había ido en tren básicamente, convertía a la jornada en toda una hazaña en la práctica.

Hoy en día las cosas han cambiado una barbaridad, como aquel que dice, y todo resulta mucho más cómodo y a pedir de boca, incluso; desde el momento mismo en el que se puede elegir el día valorando las previsiones meteorológicas al alcance de todos.

Las carreteras de acceso, por su parte, han mejorado en los últimos años ostensiblemente a lo largo de todo su recorrido, acortando el tiempo y aumentando la seguridad y la comodidad del viaje. 
 
Y si se elige el tren como medio de transporte, hay uno muy específico, el llamado “tren playero”, que cada año la compañía ferroviaria pone a nuestra disposición con unos horarios que permiten aprovechar la jornada entera en la playa, y que nos facilitará mucho el transporte. Y entonces, quizá nos venga a la memoria aquella vieja canción del famoso “chacachá del tren”…; y digamos aquello de “qué gusto da viajar cuando se va en el tren…” o “a Santander, en tren de lujo yo viajaba…”. Y quién sabe si hasta, con la velocidad del tren, alguien “le declare su amor al vecino de asiento…”   

(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 30/07/2014)